Defendiendo los derechos civiles
La semana pasada puse en relieve la importancia de las corporaciones no-lucrativas y las organizaciones no-gubernamentales en el momento de reivindicar los derechos de las personas afectadas por problemas sociales, jurídicos, políticos o económicos.
Sin embargo, anterior a este tipo de organizaciones y grupos, existen personas de carne y huesos que las componen. Esta gente se moviliza por muchas razones, tienen sus propios intereses y se manifiestan de acuerdo a sus capacidades humanas y recursos políticos. Sus estrategias son únicas.
En términos académicos, a esta gente –hombres y mujeres— normalmente se les da el denominativo de bases sociales.
Entre estas personas que se movilizan se encuentran los líderes de los grupos sociales y de las organizaciones civiles. La participación de esta elite social en la política del gobierno –local o federal o en el distrito o en la comunidad— es fundamental o vital.
El estímulo de estas personas no solamente sirve para la supervivencia de los grupos, sino también para la reivindicación de los derechos de sus bases sociales. En pocas palabras, son la crema y nata de la organización. Sin ellos, el grupo no tiene dirección ni vida.
Existen líderes de todos tipos y de todas tallas. Los más reconocidos mundialmente son Nelson Mandela, Martin Luther King, Mohadas Gandhi, etc. Estos hombres, en su momento, supieron enfrentarse contra sistemas político-económicos injustos que violan los derechos de la gente.
Tanto Mandela como Martin Luther King lucharon contra dos sistemas políticos y económicos de segregación racial. Los dos supieron imponerse al tiempo y al espacio del racismo inhumano y triunfaron.
Por su parte Gandhi, aparte de batallar contra un sistema opresivo de los ingleses, luchó contra el vasallaje. Al final estableció una India independiente y soberana.
Más allá de está grandes figuras de la historia, también hay personas en nuestras comunidades que luchan constantemente por el bien de la gente y de la comunidad.
Simplemente hay que ver a nuestros vecindarios y allí encontraremos a personas concientes que les gusta hacer el bien y luchar contra sistemas opresivos o personas viciadas —como las pandillas— que hacen mucho daño al grueso de la comunidad.
Yo personalmente conozco a una mujer muy consciente de las injusticias que se suscitan en su comunidad. Su nombre es Beth Martinez. Ella es oriunda de La Paz Bolivia. Vino a los Estados Unidos de pequeña, junto con sus hermanos y sus padres. Vivió por muchos años en la ciudad de Santa Ana. Hoy reside en la ciudad de Orange.
Beth es una empresaria privada y también dirigente de un concilio de la Liga de Ciudadanos Latinoamericanos Unidos (LULAC) en el Condado de Orange. La conocí en una reunión de esta organización en la ciudad de Santa Ana. Desde el momento que tuve la oportunidad de conversar me di cuenta de sus capacidades y sus cualidades humanas.
Al cabo de los años se distinguió dentro de su organización por su empeño en la comunidad latina, principalmente defendiendo los derechos de los menos representados.
Gracias a ese tesón, Beth fue nombrada como embajadora de LULAC California para representar a esta organización en otros horizontes, particularmente en América Latina.
Asimismo, Beth no solamente está involucrada en movilizaciones civiles y sociales, sino también ha fungido como una dirigente interesada en rescatar la cultura de su natal Bolivia.
A pocos días de la Navidad yo creo que es importante reconocer y recordar a estos dirigentes comunitarios. Esta gente no pide un centavo. El trabajo arduo que desarrollan es para reparar las injusticias sociales que existen en nuestra sociedad. En esta nuevo año, todos ellos merecen nuestro reconocimiento.