Deuda gigantesca
La deuda del país es tan grande y tan voluminosa que si nos animáramos a utilizar billetes de un dólar y tratáramos de pegar uno a lado de otro tal vez tendríamos lo suficiente como para tapar la mitad del estado de California.
Actualmente la deuda es de 14.44 trillones. Alrededor de 9.6 trillones es deuda pública, es decir, el gobierno debe a personas y organizaciones civiles y privadas que normalmente invierten en la compra de bonos federales.
Otra parte de la deuda es intragubernamental, aunque recientemente algunos gobiernos extranjeros, particularmente los países asiáticos, han estado comprando bonos federales o han estado invirtiendo en capitales norteamericanos. El gobierno debe dinero a países como China, Japón y algunos países del Medio Oriente.
Desde que Estados Unidos inició como país independiente, su deuda siempre ha estado escalando de menos a más.
Durante la guerra por la Independencia, el país se endeudó con unos 70 millones de dólares.
La Guerra Civil también creó muchos gastos en la compra de armamento y en la reconstrucción de la nación. Al final, subió a 2.7 billones.
La Primera Guerra Mundial implicó otro desgaste económico para el país. Una vez concluida la guerra, la deuda subió a 25.5 billones.
Sin embargo, la Gran Depresión, la Segunda Guerra Mundial y particularmente el programa de reconstrucción nacional e internacional implementado por el presidente Frank D. Roosevelt y luego por Harry Truman incrementaron los niveles de deuda. En 1930 se debían 30 billones y en 1950 subió a 260 billones.
Durante el gobierno de George W. Bush la deuda creció como nunca. Su gobierno inició con 5.7 trillones y al final terminó con 10.7 trillones. Un porcentaje alto fue a perderse en la Guerra de Irak y en la Guerra de Afganistán.
Hoy el presidente Barack Obama está exigiendo al Congreso que se incremente el “techo” de la deuda. “No vamos a tener dinero para pagar a los beneficiados del seguro social”, aseveró a los medios de comunicación.
El Jefe de la Reserva Federal Ben S. Bernanke también demostró sus preocupaciones en torno a la situación económica del país. “Si el Congreso no eleva el techo de la deuda, entraremos en una catástrofe financiera”, dijo.
Lo cierto es que el tema de la deuda está bastante politizado. Al poder ejecutivo, que está liderado por el Presidente, le conviene tener un banco nacional que le permita imprimir dinero.
Con más dólares se puede hacer cumplir las exigencias públicas y económicas a través de un programa económico tutelado por el Estado. Lo anterior ha sido uno de los baluartes para salir de los recesos económicos. Lo hizo Frank D. Roosevelt durante la Gran Depresión y la Segunda Guerra Mundial.
Sin embargo, los republicanos de hoy, particularmente los simpatizantes del movimiento Tea Party, piensan que la deuda es excesiva y debe reducirse.
El Presidente tiene razón, como también los republicanos. Tiene que incrementarse el “techo” de la deuda, pero el gobierno tiene que presentar un programa de reducción a mediano y largo plazo. No podemos darle una carta blanca sin controles y balances.
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