El Gran Ausente
Ser egoísta significa apartarse de aquellos que siempre te han apoyado en los momentos más importantes de su vida
Ser egoísta significa desdeñar el esfuerzo de los que en su momento te consideraron su líder.
Ser egoísta significa guardar tu solidaridad en el armario del olvido.
A Adrián González poco le importó estar al lado de sus compañeros en la batalla más importantes que jamás hayan librado.
El pelotero de sangre mexicana le dio la espalda al equipo que le dio la oportunidad de cimentar su carrera profesional y su vida personal.
En un acto de total deslealtad, González decidió no ponerse el uniforme de los Dodgers de Los Ángeles para respaldar el intento del equipo por obtener su primera Serie Mundial en 28 años.
Lesionado de la espalda desde la última semana de septiembre, el primera base de la escuadra angelina no ha podido ver actividad en el terreno de juego.
Debido a su dolencia, el manager de los Dodgers, Dave Roberts, tomó la determinación de no incluir a González en la plantilla de 25 peloteros que pelearon la postemporada.
Estar en la lista de lesionados no impedía que González acompañara al equipo en su camino rumbo el título de las Grandes Ligas.
Al darse cuenta que este año no volvería a jugar, González decidió tomar a su esposa e hijos para disfrutar unas largas vacaciones en Italia.
Mientras González paseaba por tierras romanas, sus compañeros de los Dodgers se partían el alma para tratar de romper el maleficio que por casi tres décadas ha perseguido al equipo.
Lesionado o no, el deber de González era uniformarse en cada uno de los partidos de postemporada y ayudar con su experiencia y liderazgo a ganar el título.
Lesionado o no, la obligación de González era la de estar con sus compañeros hasta el final.
Al separarse del equipo, González tomó la ruta de la ignominia, el camino de la desvergüenza, la ruta del egoísmo.
Por siete años, González fue pieza inamovible en la novena de los Dodgers y durante ese tiempo el pelotero siempre expresó que su gran meta era ganar una Serie Mundial.
Cuando tuvo la oportunidad de experimentar lo que se siente cruzar el mar que conduce a la gloria, de manera inexplicable, González decidió bajarse del barco.
Con su actitud, González demostró que lo único le interesa es jugar béisbol para satisfacer su gusto personal y no para ayudar en cuanto pueda, y como pueda, a su equipo.
La lección de egoísmo que le entregó a los jugadores y aficionados de los Dodgers será para González una mancha indeleble en su expediente de vida.