El Vecino Arma Buenas Fiestas
Muchos lo consideran tan aburrido como asistir a un concierto de canciones para arrullar a un bebé.
Muchos se han alejado de él por considerarlo lento y carente de energía.
Muchos han dejado de visitarlo porque para hacerlo hay que desembolsar una buena cantidad de billetes.
Todos esos conceptos negativos que rodean a un juego de beisbol son reales, a menos que ese partido se realice en Tijuana.
Soy un fiel seguidor del bat y la pelota, desde pequeño acudía al estadio a ver encuentros de beisbol y en mi juventud inclusive llegué a jugarlo de manera organizado por más de siete años.
Disfruto mucho ir a los estadios de Grandes Ligas a ver los partidos y absorber el ambiente que se respira dentro del parque de pelota.
En años recientes, los equipos han tratado de darle a los aficionados algo más que beisbol para tratar de combatir la noción de que asistir a un juego resulta aburrido.
En cada intermedio, las enormes pantallas colocadas en la parte superior del estadio presentan situaciones curiosas que hacen reír a los aficionados presentes y en las bocinas centrales se hace estallar todo tipo música.
De esa manera, la gente que no gusta mucho del beisbol tiene otras opciones para pasar tres horas de una manera más o menos amena.
Lo que hacen los equipos de Grandes Ligas para tratar de divertir a sus aficionados es encomiable, pero lo que hace el equipo de los Toros de Tijuana es envidiable.
Nunca había asistido a un juego en el Estadio Chevron, en lo más alto del Cerro Colorado, y la semana pasada me aventuré a hacerlo.
El juego enfrentaba a los Toros, el equipo con el mejor récord en la Liga Mexicana de Beisbol, contra los Algodoneros de Unión Laguna.
La experiencia que viví en las butacas de ese vetusto, pero bien cuidado inmueble, fue cómicamente divertida.
Los Toros hacen de cada juego una verdadera fiesta en un ambiente completamente familiar.
Un chango, un león, un toro y un hombre con barba que se viste de mujer, son las mascotas que permanentemente están haciendo rutinas muy graciosas en el campo de juego y en las gradas.
Después de cada lanzamiento, la música estalla y en la pantalla gigante del estadio las cámaras muestran aficionados cuya imagen va acompañada de una gráfica chistosa o efectos de sonidos.
Por si esto fuera poco, como invitado especial de esa noche estuvo el imitador de Juan Gabriel, quien durante todo el partido dio show en las gradas y hasta en el campo de juego.
No es de extrañares que casi todos los partidos de los Toros se jueguen con estadio lleno.
El boleto más caro es de 140 pesos, lo que equivale a ocho dólares.
El boleto más barato es de 40 pesos, poco más de dos dólares.
Ocioso resulta comparar esos precios con el costo que tienen los boletos en cualquier estadio de Grandes Ligas cuyo promedio es de 40 dólares el más barato.
Asistir a un juego de los Toros de Tijuana es una experiencia que cualquier persona que ame reír, divertirse, bailar y cantar debe experimentar, aunque no le guste el beisbol.