Entre las Feas y las Bonitas
¿Dejarías a tu novia preciosa, exuberante y cariñosa para irte con una que hace mucho no se peina, que no le gusta arreglarse y a la que todos le hacen el feo?
Si lo hicieras, no habría justificación alguna que pudiera defender tu mala e insana decisión.
Acabo de enterarme de alguien que lo sí lo hizo, de alguien que rechazó los encantos de una novia hermosa, rica y famosa para irse a los brazos de una a la que casi nadie quiere por ser pobre, intrascendente e incipiente.
Varios fueron los motivos que Juan Carlos Osorio esgrimió para rechazar la oferta de seguir al frente de la selección mexicana de futbol.
El técnico colombiano dijo, entre otras cosas, que en México no existían jugadores de excelsa calidad para pensar en hacer grandes cosas en una Copa del Mundo.
Osorio afirmó que los mexicanos que juegan en Europa no tienen buen nivel porque militan en clubes mediocres, y porque además, muchos de ellos pasan más minutos en la banca que en la cancha.
Al notar que los ingredientes que él pretendía mezclar para saciar su hambre de gloria eran de mala calidad, Osorio decidió dejar México.
El técnico colombiano dio a entender que el Tri y sus jugadores le quedaban chicos, que él era un genio merecedor de dirigir a conjuntos de mucho mayor cartel.
Osorio pensó que le lloverían ofertas de equipos de la Liga Premier Inglesa o de la selección de su propio país.
En su eterna locura de creerse un estratega infalible, un santo redentor y un sabio conversador, Osorio perdió el sentido de la cordura, de la sensatez y de la humildad.
Con la selección mexicana, Osorio hizo tremendo papelón al perder cuatro de los cinco partidos de eliminación directa que dirigió.
El colombiano dejó grabada con sangre la peor goleada que el Tri haya recibido en su historia.
Tras el gran y merecido triunfo ante Alemania en el pasado Mundial, Osorio creyó que Dios lo había tocado para ser el proximo mesías del futbol.
Para su infortunio, el brillo que lo cubrió en la victoria ante los germanos se convirtió muy rápido en la oscura realidad que se empecina en aceptar.
Osorio no es el gran entrenador que él cree ser, no es el genio que a muchos hizo creer, no es el hombre justo, recto y honrado que trató de aparentar.
Al quedar libre de su compromiso con México, muchas selecciones o equipos hubieran pedido hablar con Osorio si lo consideraran el gran entrenador que él mismo cree ser.
Lo realidad de las cosas es que a Osorio solo le llegó una oferta concreta y esa fue la de la decaída, pobre y maltrecha selección de Paraguay.
Osorio tuvo la oportunidad de seguir al lado de una de las novias más bonitas del continente americano, pero su incontrolable egolatría lo llevó a despreciarla.
Ahora, el técnico colombiano tendrá que sufrir mal de amores al lado de la novia a la que nadie quería atender y que el mismo acabó por escoger.