Hablando de política en el campo
Los días festivos se prestan para el descanso, la diversión y la relajación en el campo.
Durante los feriados, mucha gente se aparta de sus quehaceres rutinarios y se dan un espacio para alejarse del trabajo, el estrés, y el congestionamiento de las ciudades.
Las familias riquillas, como los artistas de cine, empresarios y magnates del mercado de acciones, prefieren tomar un avión, alejarse de su vida agitada y se internan en una isla del Pacífico o del Mar Caribe por uno o dos días.
Gastan miles de dólares por unas cuantas horas de relajación en un mundo supeditado al fragor de la promiscuidad del dinero.
Los clase-medieros a menudo manejan millas para reunirse con sus familiares o toman transportes aéreos para trasladarse a una ciudad que les permita reencontrarse con la unidad familiar.
Los que menos tienen normalmente permanecen en las ciudades. El poco dinero que tienen, les permite, a duras penas, un desayuno o una cena en un restaurante no muy sobrado.
Las salas de cine, por lo general, son para ricos y pobres. Tal vez, aparte de los lugares de entretenimiento, son los espacios más frecuentados durante los días festivos.
Por tres años consecutivos, un grupo de personas afiliadas a una organización de baile autóctono andino, del cual mi familia toma parte, ha venido haciendo un viaje de día de campo a las orillas del Rio Kern, ubicado a unas dos millas del Lago Isabella. El lugar está a unos 40 minutos de Bakersfield y a dos millas de Kernsville.
Desde el primer minuto que se llega al lugar hasta el momento de la partida, las familias del grupo se integran al ritmo a la colectividad. Existe muy poco espacio para la individualidad y la exclusividad. Lo mío se reemplaza con lo nuestro, el egocentrismo con la solidaridad y lo privado con lo colectivo.
En otras palabras, la cultura latina se impone a la cultura estadounidense.
En medio de las montañas, del ruido estruendoso del río, el sabor matinal de los árboles, el aire fresco, la comida se convierte en fuerza nutriente para el alma y el cuerpo. Del partido del Barcelona y Manchester United, y otros temas urbanos, nadie se acordó.
La noche se prestó para la reunión, el intercambio de idea y la conversación. Mientras la fogata nos daba su calor natural, chicos y grandes hablamos sobre diversos temas, incluyendo políticos, económicos y aquellas cuestiones, que en un ambiente de trabajo, son indigeribles.
A los jóvenes del grupo les interesó discutir el tema de la mujer dentro de las sociedades rígidas islámicas. De acuerdo a una joven del grupo, la ley comunitaria de estas sociedades, “permite el castigo de dos filos. En un caso de adulterio, la mujer es apedreada, mientras que el hombre tiene derecho de casarse con dos o más mujeres.”
Al final, después de más intercambio de temas, anécdotas personales y cuentos de terror, las familias se dispersaron a sus tiendas de campañas para contemplar las estrellas desde sus almohadas.
Fueron dos días intensos y la vez de relajación. Hay mucho que aprender de la naturaleza.