José, arzobispo de Los Ángeles
El 27 de febrero de 2011 será una fecha memorable para los católicos en la Arquidiócesis de Los Ángeles: toma posesión de la mayor arquidiócesis del país su primer arzobispo hispano.
Una sencilla ceremonia de “transferencia de poder” en la Catedral de Nuestra Señora de los Ángeles —repetida dos veces, una durante la misa de 10 a.m. en inglés y durante la misa de 12:30 en español— marcará el comienzo oficial de la andadura de Monseñor José Horacio Gómez como pastor jefe de la arquidiócesis.
Atrás quedaron la pompa, el ruido y los visitantes llegados de todas las partes del país y del extranjero, para dar la bienvenida al arzobispo coadjutor en Mayo. Ahora, es el turno del pueblo angelino de acompañar a sus pastores en una ceremonia más íntima para despedirse del que ha sido su guía y pastor durante 25 años, el Cardenal Roger Mahony, y recibir a quien toma las riendas a partir de ahora, el Arzobispo José Gómez.
Quienes hemos tenido el honor de trabajar de manera cercana con el arzobispo José, nos alegramos de que el Santo Padre haya confiado tamaña responsabilidad a un hombre al que conocemos y admiramos profundamente. Los hispanos, especialmente, nos sentimos orgullosos de que el Papa Benedicto haya elegido a uno de los nuestros para esta tarea; y a más de uno se le ha escapado un jubiloso “ya era hora” de que la diócesis con mayor número de Latinos e hispanoparlantes por metro cuadrado del país tuviera un arzobispo hispano.
En la esfera nacional, Mons. Gomez también está comprometido en numerosos proyectos y actividades. Es presidente del comité de obispos sobre inmigración y del subcomité para la Iglesia en América Latina, y miembro del comité de doctrina; fue el primer presidente del comité de diversidad cultural en la Iglesia; sirve en la junta directiva de dos seminarios y es moderador episcopal de la Asociación Nacional de Sacerdotes Hispanos y de La Red Católica de Pastoral Juvenil Hispana; también es miembro fundador de CALL (Catholic Association of Latino Leaders).
El cambio de guardia es un momento crucial en la vida de una diócesis, especialmente una tan grande y diversa como la de Los Ángeles, y será interesante ver qué tanto le permite la complejidad de su nuevo cargo seguir participando en muchos de estos foros.
Monseñor José sabe bien que un pastor se debe a sus ovejas. Y si la experiencia pasada nos sirve de ejemplo, los angelinos pueden esperar a un arzobispo con un estilo conciliador que primero escuchará y observará, y después buscará conquistar mentes y corazones, uno a la vez. A su modo lento y suave pero firme, el arzobispo José Gomez que conocemos, poco a poco hará sus prioridades pastorales conocidas a su nuevo rebaño. La promoción vocacional, el acceso a la educación — y en especial la educación católica— la sólida formación pastoral y doctrinal del liderazgo diocesano, las causas pro vida y los derechos de los inmigrantes, así como la preocupación por el bienestar moral y espiritual de los sacerdotes a su cargo de seguro estarán en la lista.
Una cosa es segura, el Arzobispo Gómez va a necesitar de toda la ayuda y oraciones que fieles, amigos y personas de buena voluntad puedan ofrecerle. En su vida como sacerdote y obispo, son muchos los amigos que se ha ganado y es grande la huella que ha dejado en sus cora-zones. Sospecho que muchos de ellos van a tener a Santa María de Guadalupe muy ocupada pidiéndole que interceda por el éxito pastoral de este hijo suyo, un mexicano expatriado al servicio de la Iglesia universal y, ahora, de los fieles católicos en Los Ángeles.
Con gusto me uno a ellos en oración.
Mar Muñoz-Visoso es subdirectora de prensa y medios de comunicación en la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos.