La Cola de La Cola
México del Norte
Por Jorge Mújica Murias
No es albur, aunque lo parezca. Durante toda la larga discusión sobre esa cosa que le dan por llamar “reforma migratoria comprensiva”, uno de los temas menos “comprensivo” y entendible es la frasecita de “al final de la cola”.
Lo dijo George Bush en el 2006 cuando se inventó que el movimiento a favor de los derechos de los inmigrantes pedía una “ciudadanía automática” y lo ha repetido Barack Obama hasta el cansancio. Por no ser menos, lo han dicho los de la “Pandilla de los 8”, lo dijo Mitt Romney y lo repitió como periquito el fundador de Facebook Mark Zuckerberg.
La mayoría de quienes entienden un poquito de la problemática del sistema migratorio han criticado la famosa “cola” desde su inexistente principio hasta su inexistente final, señalando que no hay ninguna cola en ningún lugar, a menos que la frase se refiera a las absurdas cuotas en el número de visas que le toca a cada país cada año y que en realidad no es una cola sino un retraso patético de la burocracia a cargo del sistema mismo. Esas cuotas son las que determinan que quienes piden una visa desde México tengan que esperar entre 14 y 20 años, y quienes la piden en Filipinas tengan que esperar entre 20 y 25 años.
El caso es que ahora, ya aprobada la propuesta de reforma en el Comité Judicial del Senado de Estados unidos, la “cola” se convierte en el mentado “camino a la ciudadanía”, y podría convertirse en ley. Hay que esperar, claro, a que la aprueben el pleno del Senado, el Comité Judicial de la Asamblea de Representantes, el pleno, a se reconcilien las dos versiones y a que la firme Barack Obama. Será claro entonces en dónde hay que hacer la cola y, sobre todo, cuanto tiempo habrá que estar formado.
Y ahí será donde la puerca tuerza la cola.
El Tiempo Nunca Pasa en Vano…
Por ponerle, vamos a ponerle que el pleno del Senado apruebe su propuesta en junio, que será más o menos cuando la Asamblea de Representantes presente su propia propuesta. Digamos que esa segunda propuesta llegue al pleno de la cámara baja por allá de agosto, y que se apruebe. Vendrá entonces se apruebe. Vendrá entonces la “reconciliación”, el proceso de hacer que las dos versiones se parezcan. Por suponer, supongamos que se apruebe la versión final en septiembre y que Barack Obama la firme en octubre.
A partir de ahí, se abre un periodo de seis meses para crear una comisión especial que certifique que el 90 por ciento de la frontera está bajo vigilancia, y si de veras está “asegurada”, se emiten los reglamentos para solicitar al legalización. El primer indocumentado en la cola, llamémosle Pancho, que esté listo para demostrar que no es criminal, que tiene pagados sus impuestos, que gana lo suficiente para mantenerse (y a su familia si es que la tiene), que pague las multas y las cuotas administrativas para solicitar y demás, que hable inglés y sepa más civismo que todos los gringo, podrá presentar su solicitud. Estamos hablando de por ahí de octubre del año que viene.
Como la propuesta de ley dice que todo el mundo tiene que solicitar en un año, las colas van a estar de a peso, de a 40 mil solicitudes por día, y podemos calcular que procesarlas se lleve varis meses. Pancho obtendrá su estatus provisional por allá de abril-marzo de 2015. A partir de ahí, seis años en los que hay que portarse bien, no meter la pata, no quedarse desempleado y entonces solicitar para el segundo periodo temporal de seis años. Ya estamos hablando de mediados del 2021.
Si se aprueba el segundo período, hay que seguir portándose bien para llegar a la meta de los diez años de espera temporal y poder entonces solicitar la Residencia Legal Permanente. Meses más o menos, ese hoy indocumentado pero bien organizado Pancho que solicitó el primer día, se convertirá en Residente legal a mediados del 2025. Ya no le quedará más que seguir portándose bien por tres años para poder pedir, en 2028, su ansiada naturalización.
Pongámosle que no haya retrasos (ja, ja, ja), Pancho jurará lealtad a los Estados Unidos hacia finales del 2028. Nomás que como ya se le pasó el período de registro electoral, Pancho no podrá votar en las elecciones generales de ese año. No le quedará más remedio que esperarse a las del 2032.
Para entonces, Pancho ya estará jubilado y posiblemente viviendo de vuelta en México. Las elecciones gringas le valdrán gorro, y habrá completado su famoso “camino a la ciudadanía” con el único propósito de poder recibir su jubilación de aquél lado.
Ni los Republicanos ni los Demócratas lo podrán aprovechar electoralmente. Con haberlo explotado todos los años en la cola les basta…