No Le Encuentro el Chiste
Parecía que se había ganado la lotería.
Su rostro destellaba una sonrisa fulgurante.
Sus palabras estaban llenas de emoción y optimismo.
Yo no sé si fue la mejor actuación que haya visto en mucho tiempo, merecedora diría yo de un Oscar, o tal vez haya sido uno de esos ataques de locura y delirio que este hombre suele sufrir.
Tras el sorteo que dejó sembradas a las 32 selecciones que participarán en el Mundial de Rusia, el técnico de México, Juan Carlos Osorio, reventó de alegría.
Según el estratega colombiano, compartir el pelotón F de la Copa del Mundo con Alemania, es lo mejor que le pudo haber pasado.
“Nos merecíamos jugar contra el mejor equipo del mundo”, dijo Osorio con una desfachatez increíble.
Creo que a este hombre ya se le olvidó el baile que en la Copa Confederaciones le puso la selección germana.
Apenas el mes de julio pasado, Osorio sucumbió 4-1 frente a un equipo alemán alternativo cuyos jugadores no rebasaban los 22 años de edad.
Osorio dice que es un honor competir contra las mejores selecciones del mundo, lo malo es que cada vez que le toca enfrentar a una de ellas sale muy pero muy raspado.
Las locuras tácticas de Osorio incluyen rotaciones innecesarias de jugadores a los que les inventa posiciones en las que nunca antes han tenido experiencia.
Ese tipo de necedades son las que a Osorio y a México le han costado goleadas escandalosas, actuaciones vergonzantes.
Más que cuestionar los resultados de Osorio, me preocupa mucho el pobre funcionamiento que El Tri ha mostrado en los últimos dos años.
Bajo el mando del colombiano, la Selección Mexicana perdió por completo la personalidad y el estilo aguerrido que había adquirido en el Mundial de Brasil.
Con Osorio en el banquillo, México no tiene oportunidad alguna de pasar sobre Alemania, Suecia y Corea del Sur, sus rivales de grupo en la Copa del Mundo de Rusia.
Desde el Mundial de 1994 en Estados Unidos, el Tri ha avanzado a la fase de octavos de final, pero esa racha está a punto de terminar.
El optimismo infundado de Osorio me enerva.
De qué puede estar tan contento el técnico que en cuatro partidos oficiales de vida o muerte se comió 14 goles.
En la semifinal de la Copa América Centenario, Chile le regaló la goleada más grande en la historia del Tri al acribillarlo 7-0.
En la Copa Confederaciones, Alemania le endilgó cuatro goles jugando a medio gas, y en ese mismo torneo, Portugal lo surtió con cuatro anotaciones en dos partidos.
Osorio no tiene nada de que sonreír, nada de que alegrarse, nada de que ufanarse.
Es evidente que al colombiano le queda grande el puesto de estratega, sobre todo cuando tiene que medirse ante verdaderas potencias.
Con Osorio, El Tri nunca obtuvo un estilo definido de juego, nunca encontró una base establecida, nunca alcanzó a mostrar un funcionamiento efectivo de conjunto.
Hace mucho que Osorio debió ser despedido como técnico de la selección mexicana, pero sus días están contados porque el Mundial de Rusia será la hecatombe que por fin termine con esta mentira colombiana.