Nuevos honores para el Sargento Rafael Peralta
La muerte de un hijo es el suceso más trágico para cualquier padre; recibir la visita de oficiales de Marines a las puertas de su casa es el peor momento que ha enfrentado la señora Rosa Peralta, madre del Sargento hispano Rafael Peralta quien perdió la vida en combate bajo operativo de ataque a la ciudad de Fallujah, Irak en el 2004.
Su historia recorrió los medios más importantes del país, reportajes en los diarios, en la radio e internet; incluso se grabó un programa especial para la televisión sobre la vida del Sargento del cuerpo de Marines con sus familiares y amigos. Hoy su madre, entre lágrimas y tristeza, recuerda con orgullo a su hijo mayor a quien el Congreso ha negado la concesión de la Medalla de Honor de las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos.
Ante esta noticia, la comunidad y congresistas solicitaron apelación a dicha decisión y nuevamente fue negada a pesar de cumplir con los elementos suficientes para recibir la condecoración; el Sargento Peralta una vez herido por los enemigos, ofreció su vida por la de siete compañeros al tomar la granada que les fue arrojada y ponerla debajo de su cuerpo evitando la muerte de más soldados. La negación proviene de la teoría que dicha acción, no fue un hecho premeditado, sino una mera coincidencia haciendo de lado las diversas investigaciones, declaraciones de los testigos y análisis médicos.
Recién llegada del homenaje póstumo anual celebrado en San Francisco en honor a la memoria de los soldados caídos en guerra, Doña Rosa, cuenta lo importante que es asistir cada año a este homenaje, a pesar de ser muy difícil por la emotividad y sentimientos que ahí se remueven, es importante mantener su presencia y demostrarle a su hijo que aun sigue con él. “Es muy triste ver cuántas fotos de los soldados se quedan sin su velita encendida y su flor, porque su familia no va… Yo dejé de ir algunos años porque era muy triste para mí, pero yo dije que mientras pueda, voy a hacer el esfuerzo por estar ahí”, comentó la madre del Sargento Peralta.
La vida para la Familia Peralta no ha sido fácil, la señora Rosa —cabeza de la casa— dos años antes que su hijo falleciera, sufrió la pérdida de su esposo Rafael en un accidente laboral. Desde entonces, ella se puso al frente de la familia y luchó por salir adelante con sus cuatro hijos —Rafael, Isela, Karen y Ricardo— en un país ajeno al suyo. En sus propias palabras, confirma lo difícil que es mantener la felicidad del hogar, las navidades, los cumpleaños, las reuniones ya no son las mismas; todo es tristeza y añoranza. En muchas ocasiones, sintió la culpa y remordimiento de haber apoyado a su hijo a enlistarse como soldado, pues desde pequeño, Rafael era partidario de las causas justas e iguales, mostró carácter para defender a los suyos y simpatizaba con la idea de pertenecer a los Marines. Objetivo que no dudó en cumplir con rapidez, justo al siguiente día de recibir su ciudadanía estadounidense.
Muchos episodios lamentables han transcurrido en la vida de la familia mexicana emigrada a Estados Unidos, como muchas que pagan caro vivir el “sueño americano”. Actualmente, Rosa ha reunido un grupo de ayuda principalmente de madres hispanas, que al igual que ella han perdido a sus hijos en batalla para compartir experiencias y salir adelante juntas, pues al igual que ella son muchas las que sufren la misma pena.
La esperanza que algún día se conceda la Medalla de Honor a Rafael aun no cesa, lo realmente importante, es el reconocimiento que le hace la gente que lo conocía día a día, pues como afirma su madre ya no hay nada que le traiga de regreso a su hijo.
Aun así, la memoria de Rafael Peralta sigue siendo honrada con algunos otros galardones como la Cruz de la Armada (Navy Cross); y el más reciente, el barco que llevará su nombre, aun en construcción en la ciudad de Maryland, el número 65 en su clase para operaciones militares de la marina, del cual su madre Rosa, ya ha recibido algunas fotografías con los adelantos de la construcción del transporte. El departamento de policía también lo nombró oficial honorario de California, a la par que estaba en la marina, Rafael se preparaba para obtener su placa de policía para operar una vez que terminara su periodo de servicio con los Marines.