Se Acabó el Amor
Cuando la pasión desaparece, el amor se acaba.
Ninguna relación puede sobrevivir de sentimientos pasados, de promesas guardas en el álbum de los recuerdos, de promesas que se las ha llevado el viento.
Cuando se rompe la magia del primer beso, de la primera emoción, del primer éxtasis, hay que trabajar muy fuerte para que los lazos emocionales se mantengan vivos.
La monotonía lleva a la aburrieron y de ahí al alejamiento, de eso no hay duda.
Hace mucho que no visitaba la ciudad de Tijuana, tres años para ser exacto.
El fin de semana pasado me di una vuelta por aquella ciudad fronteriza y en mi recorrido noté que el amor por los Xolos se ha esfumado.
Recuerdo que cuando ascendió a la Primera División, el equipo de futbol se tornó en el eje central de la sociedad tijuanense que estaba sedienta de experimentar situaciones positivas.
En esa época, los colores rojinegros tapizaban cada una de las esquinas de Tijuana.
Toldos con la figura del perro azteca que es la mascota del club adornaban muchos de los negocios de la ciudad.
Anuncios espectaculares en las avenidas principales alentaban al equipo a ganar y a los aficionados a asistir al Estadio Caliente.
Muestras de amor, pasión y devoción por los Xolos se veían por toda la ciudad, pero de eso ya no queda nada.
Los cambios constantes de entrenadores y la salida permanente de jugadores han hecho que el equipo haya perdido identidad y que los residentes de Tijuana ya no lo reconozcan como símbolo de unidad.
Los Xolos no solo han perdido calidad dentro de la cancha sino que han dejado que el idilio con sus aficionados haya fenecido.
En Tijuana ya no se habla de los Xolos, ya no se siente el orgullo de tener en casa un equipo de Primera División.
Tras el campeonato obtenido en 2013, el club cayó en un conformismo que con el tiempo se transformó en apatía.
El equipo ya no emociona, ya no ofrece espectáculo, ya no gana, ya no ilusiona.
La directiva del cuadro rojinegro ha equivocado el camino al darle más prioridad a las transacciones financieras que al aspecto deportivo.
Cuando un jugador comienza a descollar, los dueños de los Xolos ponen a ese elemento en la vitrina para promocionar su venta inmediata.
La directiva del club nunca ha pensado en conservar a aquellos futbolistas que le pueden dar brillo, triunfos y campeonatos a Tijuana.
La buena época del equipo fue precisamente cuando los propietarios respetaron al núcleo de jugadores que con su gallardía enamoró a propios y extraños.
El día de hoy, el equipo de Tijuana se ha convertido en puerto de llegada de mercenarios que no llevan en las venas y el corazón los colores del equipo.
El amor entre la ciudad de Tijuana y los Xolos ha muerto, y generalmente, los amores muertos no vuelven a florecer.