Somos republicanos y no lo sabíamos
Durante su discurso ante la convención republicana, en Tampa, el pasado 29 de agosto, la gobernadora de Nuevo México, Susana Martínez, contó como se había cambiado del Partido Demócrata al Partido Republicano.
La gobernadora, una de las nuevas estrellas hispanas del Gran Viejo Partido (GOP), narró que sus padres eran demócratas y que ella también lo había sido.
Sin embargo, en medio del dilema de lanzarse a un puesto político en un diálogo con su esposo de pronto tuvo una epifanía: “somos republicanos”, le dijo.
Acababan de sostener una conversación sobre welfare, el tamaño del gobierno, los impuestos para las familias y los pequeños negocios, cuando ocurrió la revelación.
Utilizando la frase “somos republicanos y no lo sabíamos”, como paradigma del discurso de Martínez vino a Charlotte la activista Rachel Campos-Duffy, a promover la campaña presidencial de Mitt Romney.
Campos-Duffy, quien hizo televisión en la década de los noventa, señaló que le había pasado algo exactamente igual que a Martínez: de venir de una familia demócrata había descubierto que era republicana.
La mujer de 41 años, que tiene seis hijos, afirmó que “somos republicanos y no lo sabíamos” se aplicaba a la comunidad hispana por sus tradiciones y valores.
Campos-Duffy utilizó el lema como caballito de batalla de la campaña latina Juntos con Romney, del exgobernador de Massachusetts, Además de Campos-Duffy, Juntos con Romney trajo a Charlotte a Craig Romney, el hijo menor del aspirante republicano y al exsecretario de Comercio de la administración del expresidente George W. Bush, Carlos Gutiérrez.
Gutiérrez destapó una carta de la campaña de Romney, sin antecedentes: el candidato republicano conformará una comisión bipartidista para resolver el problema de inmigración de forma permanente.
El exsecretario puntualizó que el exgobernador buscará soluciones que no tendrán un carácter temporal como los dos años de la acción diferida que lanzó el presidente Barack Obama para los soñadores, sino medidas definitivas.
Yo me quedé con la boca abierta, cuando Gutiérrez hizo la develación frente a medio centenar de latinos, que acudieron a la biblioteca pública del sector exclusivo charlotense de South Park.
Después, en un diálogo directo con el exsecretario le pregunté si había logrado cambiar la filosofía de Romney respecto a inmigración, dado que Gutiérrez poco y nada intervino en el diseño de la plataforma republicana en materia migratoria.
Posteriormente, entendí, Romney ha comprendido que su recalcitrante punto de vista migratorio de su campaña, no le ha ganado amigos entre los votantes latinos.
Las encuestas lo muestran rezagado entre los electores hispanos, dado que Obama le lleva una diferencia mucho más amplia que el doble en las preferencias.
Entonces ha llegado el tiempo de enderezar entuertos y hacerse amigo de todos los latinos. El candidato republicano ha programado en estos días, apariciones en la televisión en español y ofrecerá discursos ante audiencias hispanas.
Su hijo Craig, presenta al padre como un hombre interesado en resolver los problemas de los latinos y juntos con Romney lanzó un video por mes de la hispanidad.
Pero, el pero es muy grande: ¿Cómo confiar en un candidato que dejó que el peor enemigo de los inmigrantes indocumentados hispanos, Kris Kobach, forjara la plataforma de su partido en inmigración?
¿Fueron una ilusión sus pronunciamientos en contra una reforma migratoria?
Abiertamente, ¿acaso no dijo que se oponía al Acta de los Sueños?
¿No fue él quien propuso que los indocumentados se autodeportaran?
El Partido Republicano hundió en diciembre de 2010 el Dream Act, con el concurso de cinco senadores demócratas. Ese no es el mismo Gran Viejo Partido que en el siglo 19 proclamó la liberación de los esclavos. Yo lo tengo muy claro.