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Por José López Zamorano
Un “dreamer”, el joven inmigrante mexicano de 31 años César Vargas se convirtió esta semana en el primer indocumentado en ser autorizado a practicar leyes en el estado de Nueva York, luego de un proceso legal de tres años que concluyó cuando un panel de Apelaciones de la Suprema Corte de Justicia de Nueva York le dio la razón.
Más allá del reconocimiento personal que merece César, y muchos “soñadores” y “soñadoras” que como él son un ejemplo viviente de talento, el fallo del tribunal es una reivindicación del carácter y de las aportaciones de millones de inmigrantes indocumentados que residen en este país, pese al asedio que sufren de los opositores a su legalización plena.
“Encontramos que el estatus indocumentado de un solicitante individual por sí sólo no sugiere que el solicitante no posea las cualidades que permiten a los abogados defender vigorosamente los intereses de sus clientes dentro del ámbito de la ley”, concluyo la corte de apelaciones.
César fue traído por sus padres desde Puebla, México a los 5 años de edad, se graduó con honores del St. Francis College. Estudio derecho en la City University of New York, y forjó junto con otros soñadores la Dream Action Coalition, para luchar en defensa de la justicia para los inmigrantes sin documentos.
Su caso no es único, las cortes de Florida y California han llegado a conclusiones similares en los casos de otros dos abogados que llegaron a Estados Unidos de manera indocumentada. Es pues un nuevo itinerario de una hoja de rutas para otros soñadores y soñadoras que decidan volcar sus aspiraciones al ejercicio de la abogacía.
Pocos días antes la Suprema Corte de Justicia de la nación asestó un golpe letal a la iniciativa del polémico alguacil Joe Arpaio de Maricopa County, Arizona, toda vez que el máximo tribunal del país decidió no escuchar la apelación de una controvertida ordenanza anti-migrante del 2006 que había sido declarada inconstitucional por una Corte inferior.
En paralelo, un nuevo sondeo del centro de investigación Pew encontró esta semana que un 72 por ciento de la población estadounidense apoya una legalización plena de los inmigrantes indocumentados y un 46 por ciento respalda la opción de una ruta a la ciudadanía. Las filas de los opositores a una legalización se achican día a día.
El caso de César Vargas, un beneficiario de DACA, nos deja varias lecciones: La importancia de la educación, el valor de la perseverancia y el convencimiento de que el principio de la igualdad ante la ley será la norma en un país que aprecia de manera creciente la calidad moral de millones de personas que viven en las sombras pero son una pieza insustituible para el engrandecimiento de la nación.
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