Una ventana hacia Cuba
LA COLUMNA VERTEBRAL
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Por José López Zamorano
Ser testigos de primera fila de sucesos de trascendencia histórica es un privilegio especial. Los recientes cambios de la política de Estados Unidos hacia Cuba anunciados por el presidente Barack Obama pertenecen sin duda a esa categoría. Abren de par en par una ventana que había permanecido ensombrecida durante más de 50 años.
Nuestros hermanos cubanos han sido, como muchos de los inmigrantes a este país, víctimas de la dolorosa realidad de la separación de sus familias. Confrontados con restricciones de salida de la isla, miles de cubanos se han aventurado en balsas improvisadas al peligroso periplo por el agitado estrecho de Florida.
Aunque los cubanos gozan desde 1966 de un estatuto que les facilita su legalización migratoria cuando pisan territorio estadounidense, La Ley de Ajuste Cubano, la realidad es que comparten con el resto de la comunidad de inmigrantes los efectos de una política donde la división de las familias ha sido más la norma que la excepción.
Por ello son motivo de reconocimiento la búsqueda de la normalización de relaciones diplomáticas, la liberación reciproca de presos, la ampliación de los permisos de visitas, el aumento de remesas y los esfuerzos para incrementar el acceso de Cuba a las comunicaciones y su capacidad para comunicarse de manera libre.
Los proveedores de telecomunicaciones podrán por ejemplos establecer los mecanismos necesarios en territorio cubano, incluida la infraestructura, para proporcionar telecomunicaciones comerciales y servicios de Internet, lo que mejorará las telecomunicaciones entre Estados Unidos y Cuba.
Es indudable que el acceso mutuo a las realidades de la vida diaria, de la cultura y de la vida social de los dos países tendrá el efecto gradual de ayudar en la compresión de dos sociedades distintas pero cada vez menos distantes. En el largo plazo, el entendimiento reciproco de los pueblos es la mejor base para influir en las decisiones de los gobiernos.
Aunque la política del presidente no ha estado exenta de críticas ante la supuesta falta de concesiones del régimen cubano, lo cierto es que el espíritu de su decisión refleja el punto de vista de la población de Estados Unidos, que de manera mayoritaria apoya la normalización de contactos con un vecino entrañable. Durante las últimas cinco décadas , la política de Estados Unidos hacia Cuba había parecido ser más rehén de consideraciones político-electorales del estado de Florida que consecuencia lógica de las realidades geo políticas.
Desde el punto de vista personal de Obama, el anuncio materializa uno de sus deseos iniciales de sentarse en la mesa del diálogo con los gobiernos de los países que han sido históricamente hostiles a los Estados Unidos. Primero fue Irán, con quien busca un acuerdo nuclear, y ahora Cuba, con quien sentará las bases de un cooperación inédita en migración, operaciones anti-droga, protección medioambiental y tráfico de personas.
Se trata en esencia de un acto de liberación para un presidente a quien meses atrás los analistas habían arrinconado a un lugar de ornato, un “pato cojo”, durante los últimos dos años de su mandato. En noviembre anunció la acción ejecutiva para 5 millones de inmigrantes y un mes después dio un paso para darle la puntilla a la Guerra Fría. Vaya manera de silenciar de un brochazo a quienes lo creían irrelevante.
Surgieron las voces que argumentan que el acuerdo con Cuba fue imperfecto, insuficiente e ingenuo. Algunos de los críticos del presidente comulgan con la visión de que Estados Unidos debe ir por allí con un uniforme de policía global imponiendo su estilo de democracia al resto del mundo.
Es de esperarse por ello que las dos acciones ejecutivas de Obama serán blanco del fuego cruzado en la próxima legislatura dominada por los republicanos. Pero a favor del presidente opera el apoyo del público estadounidense, que en sucesivos temas sociales muestra su evolución hacia una sociedad más tolerante a las diferencias.
Las ventanas tienen la virtud de ser escaparates de doble sentido. Permiten ver y ser vistos. El valor político de la apuesta histórica del presidente permitirá que los estadounidenses vean a Cuba desde un terreno más parejo. Ahora el mundo aguarda ver si Cuba permite el acceso irrestricto de los cubanos al Internet para expresar sus ideas, y si Estados Unidos completa la tarea abrogando el embargo económico.