Amamantar, alimentar y amar
LA COLUMNA VERTEBRAL
El Soporte Informativo Para Millones de Hispanos
Por Luisa Fernanda Montero
Esta es la semana mundial de la lactancia materna. Del primero al 7 de agosto la Organización Mundial de la Salud – OMS centrará sus esfuerzos en promover internacionalmente los mejores mecanismos para asegurar que los niños pequeños obtengan todos los nutrientes que necesitan para un crecimiento y desarrollo saludables.
Por eso es importante, recordar desde estas líneas, a las madres hispanas, que la leche materna que mana de sus senos es el mejor regalo que pueden darle a sus hijos.
La OMS recomienda el calostro (la leche amarilla y espesa que se produce al final del embarazo) como el alimento perfecto para el recién nacido; su administración debe comenzar en la primera hora de vida.
La lactancia exclusivamente materna durante los primeros 6 meses de vida es primordial para el sano desarrollo del bebé; la OMS enfatiza que, para que el crecimiento, el desarrollo y la salud del recién nacido sean óptimos, hay que alimentar a los lactantes exclusivamente con leche materna durante los seis primeros meses de vida.
Por ‘lactancia materna exclusiva’ se entiende no proporcionar al recién nacido ningún alimento, ni bebida, ni siquiera agua, que no sea la leche materna, con la excepción de gotas o jarabes indicados por el pediatra. La leche materna es el alimento idóneo para el crecimiento y el desarrollo sano del bebé; además, la lactancia materna forma parte del proceso reproductivo, y tiene importantes repercusiones para la salud de las madres.
Pasados los seis primeros meses de vida del bebé, se pueden empezar a agregar alimentos complementarios a la dieta del lactante; además de leche materna: 2-3 veces al día entre los 6 y 8 meses de edad, y 3 veces al día más un refrigerio nutritivo de los 9 a los 11 meses. Entre los 12 y los 24 meses, deben dárseles tres comidas y pueden ofrecérsele otros dos refrigerios nutritivos.
Los alimentos deben ser adecuados, es decir, que proporcionen suficiente energía, proteínas y micronutrientes para cubrir las necesidades nutricionales del niño en crecimiento y deben prepararse y administrarse de forma higiénica para evitar cualquier riesgo de contaminación.
La transición desde la lactancia materna exclusiva hasta el consumo de los alimentos de uso común en la familia es un periodo delicado en el que si no se satisfacen las necesidades energéticas del pequeño se puede presentar desnutrición. Es fundamental, pues, que los niños pequeños reciban alimentos complementarios apropiados, suficientes y seguros.
No podemos olvidar, además, que el contacto entre la piel del niño y la de la madre inmediatamente después del parto e inicio de la lactancia materna en la primera hora de vida y en los meses que vendrán, constituyen un lazo fundamental en el sano desarrollo emocional y afectivo del recién nacido.