Colombia Rechaza Acuerdo de Paz
Alexandra Flórez vive en Chula Vista, pero nació y creció en Bogotá, Colombia. Hace varios años, dejó su país para huir de la inseguridad. La violencia le impedía ver un futuro favorable y los secuestros estaban a la orden del día.
No le sorprendió que los votantes rechazaran el acuerdo de paz entre el gobierno y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, o FARC. Es más, hasta sintió un cierto alivio. La propuesta de paz hubiera terminado con una guerra de 52 años, pero la situación no es sencilla. Las heridas de la guerra aún están abiertas, y las cicatrices son muy profundas. La votación aunque fue muy reñida, refleja el sentir de los Colombianos: el 50.2 por ciento de los votantes rechazó el pacto de paz, contra el 49.8 que lo favoreció.
“Mi opinión se ve justo en los resultados”, dice Flórez quien salió de Bogotá con sus padres y hermano antes de llegar a Estados Unidos. “Yo estaba a favor del tratado de paz, pero de alguna manera, también estaba en contra. Todos los colombianos queremos paz, pero no bajo las condiciones que exigen los rebeldes”.
Irónicamente, el tratado de paz ya era reconocido como un hecho que solo faltaba implementarse. Incluso, el 26 de septiembre, el Presidente Juan Manuel Santos firmó un acuerdo con el líder de las FARC, Timoleón “Timochenko” Jiménez. La votación fué presentada solo como una formalidad. Sin embargo, los resultados dejaron atónitos al gobierno colombiano.
“No se firma un tratado de paz con tus amigos, sino con tus enemigos”, comentó el famoso profesor y escritor colombiano Mario Mendoza Zambrano. En un video que se difundió antes de que la propuesta se pusiera a votación, agregó: “Tenemos una gran oportunidad para votar por la paz. Muchas generaciones no tendrán una oportunidad como ésta”.
Aun asi, dejar el pasado en el pasado no fue fácil.
Bajo las condiciones del ya rechazado acuerdo, los insurgentes hubieran entregado sus armas a los inspectores de las Naciones Unidas y hubieran tenido que tomar parte en “actos de reparación”, cómo eliminar minas explosivas de los campos y reparar infraestructuras que dañaron y derecho a 10 puestos en el Congreso, reconociéndose oficialmente como un partido político. Sin embargo, posiblemente el punto de mayor controversia es el que los guerrilleros no serían sujetos a una sentencia de cárcel, solo bastaría el admitir sus crímenes y públicamente pedir perdón a sus víctimas. En un país donde las FARC equivalen a la guerra, muchos colombianos sentían que el acuerdo se burlaba de la justicia.
Durante 52 años, las FARC han desplazado a millones de personas, con un saldo de más de 220,000 muertos, este es un dolor que no se olvidara rapidamente.
“Yo crecí escuchando acerca de secuestros y asesinatos”, recuerda Flórez, de 31 años de edad. “Obviamente quiero la paz, pero no podemos olvidar la justicia. Ahora vivo en los Estados Unidos, pero mis abuelos y tíos aún viven en Colombia. No es fácil olvidar que la mayoría de las víctimas de las FARC eran civiles que fueron secuestrados”.
A este mismo punto de vista se unen varios líderes colombianos que están en contra de las condiciones del acuerdo de paz. Incluso, una de las voces de mayor resistencia, es la del ex presidente de Colombia, Álvaro Uribe, quien fungió como presidente del año 2002 al 2010. También una senadora del mismo partido, Paloma Valencia, comentó: “Los rebeldes no pagarán ni con un sólo día de prisión: y se les otorgará una representación política. Este acuerdo no sigue la ley”.
Entre sus exigencias, el partido de Uribe quiere que los insurgentes que hayan sido encontrados culpables de crímenes, se les niegue la posibilidad de servir en un puesto político. Existe también el temor de que si a los rebeldes se les concede una voz en el Congreso, pudiera llevar al país a ideologías izquierdistas que han debilitado a otros países latinoamericanos como a Venezuela.
Para entender el tratado de paz y todas las emociones que despierta, es necesario conocer el cómo y el porqué surgió las FARC. Este grupo armado se fundó en el año 1964 por agricultores que se sentían marginados. Para combatir la creciente desigualdad entre las clases sociales, se inspiraron por la ideología Marxista. Con el pasar del tiempo, ésto los llevó a ser insurgentes armados involucrados en secuestros y tráfico de drogas para financiar sus actividades. Se estima que hoy día existen aproximadamente 70,000 soldados activos en las FARC y unos 8,000 civiles que los apoyan con cuestiones de logística.
Tras el rechazo por los votantes, el tratado ha quedado nulo. Tanto el gobierno de Colombia como los líderes de las FARC tendrán que empezar de nuevo, modificando las condiciones del acuerdo original.
El presidente Santos insiste que se lograra.
A pesar del rechazo del acuerdo, Timochenko, líder de FARC, también ha expresado su deseo de encontrar una plataforma que le sea aceptable a ambos grupos.
Mientras tanto, la tregua entre los dos grupos sigue en pié y las negociaciones comienzan un segundo intento.
El gobierno colombiano está dispuesto a llegar a un tratado de paz, pero la pregunta es: ¿estarán listos los colombianos?
“Todos queremos paz, pero no estamos de acuerdo en qué camino tomar para conseguirla”, reflexiono Florez.