Con Dios y con el diablo
Defender la ilegalidad es imposible en un país de leyes. Abogar a favor de los indocumentados solo ha causado ponerlos en peligro y aumentar la animosidad contra todos los hispanos.
Los grupos políticos hispanos han estado usando a los indocumentados para ganar poder e influencia. Todos los que hemos sido indocumentados experimentamos en carne propia el miedo a ser detectados y la explotación sufrida a manos de patronos sin escrúpulos. Conocemos lo que es tener que vivir en pocilgas, hacinados con otros indocumentados, pagando altos alquileres. Recordamos lo difícil que era sobrevivir en un país de costumbres e idiomas diferentes sin amigos ni familiares. Solo el deseo de mejorar la vida de nuestras familias nos mantenía luchando. Hoy estos grupos han triunfado en hacerle perder el miedo de ser identificados y deportados a los indocumentados. Han imbuido a los indocumentados con la creencia de que tienen derechos legales más allá de los derechos humanos. El resultado ha sido el traer el tema a la palestra nacional exponiendo a los que luchan en las sombras por una vida mejor a redadas, perdida de beneficios, vituperios, agresiones personales y deportaciones.
Los que estudiamos y vivimos este tema tenemos la obligación de exponer la culpabilidad del gobierno federal que le permitió a las grandes empresas llenar los trabajos que no pudieron exportar con indocumentados. Debemos denunciar a los que mezclan el luchar por una reforma migratoria con los problemas en al frontera sur. Estamos obligados a mostrar la culpabilidad de los gobiernos de América latina acostumbrados a vivir de las remesas de los indocumentados. Tenemos que desenmascarar a los nativos que nos consideran a todos intrusos y aclarar que no todos los indocumentados son hispanos y que no todos los hispanos no son indocumentados. También debemos exponerle a derecha religiosa, opuesta al abortos, que no hay seres humanos ilegales solo indocumentados. Todas son posiciones defendibles y validas que manifestar sin estar con Dios y con el diablo.
Estados Unidos necesita una reforma integral de sus leyes migratorias. Esa reforma no puede ignorar la necesidad de establecer un programa de asilo político justo y rápido. La reforma integral tiene que tomar en consideración la necesidad de implementar un sistema migratorio que controle los extranjeros que entran, por que razón entraron, donde se alojan mientras están en el país y cuando salieron. La reforma integral tiene establecer que todos los inmigrantes que quieran entrar a Estados Unidos, sin miramiento al país, región o continente de procedencia, sean tratados de la misma forma, bajo las mismas leyes y sin tener que esperar años por una decisión.
El diálogo de los foros políticos domésticos tienen que separar los problemas en la frontera con México y la situación deplorable en que se encuentra nuestro sistema migratorio. Una vez que se aparten los dos temas, el gobierno de México tendrá que jugar un importante papel en este nuevo debate. No podemos defender a los hispanos indocumentados sin presentar las causas de la explosión migratoria.
José R. Uzal (uzal@msn.com) escribe desde West Palm Beach FL, sobre temas de interés para los hispanos parlantes.