El desempleo sube y el presidente Obama declara victoria
El desempleo en Estados Unidos aumentó de nuevo el pasado mes hasta el 9.1% y la economía Obama añadió solo 54,000 empleos — la menor cifra en ocho meses. El terrible informe de empleo de la semana pasada, mucho peor de lo esperado. Los economistas que encuesta habían pronosticado sombríamente 160,000 nuevos empleos y una tasa de desempleo del 8.9% a principios de la semana.
Pero a pesar de las deprimentes noticias de que 13.9 millones de americanos siguen sin trabajo, el presidente Barack Obama está celebrando, como lo hizo recientemente en una fábrica de Chrysler en Toledo, Ohio, anunciando con bombos y platillos los únicos trabajos que es capaz de crear — aquellos que directamente compra con el dinero del contribuyente americano.
La celebración del presidente coincide con el rumor de que Fiat SpA pagará $500 millones por el 6% restante que el gobierno americano tiene en Chrysler Group LLC, algo que le dará el control mayoritario de la compañía. Para la administración Obama, estas noticias bastan para marcar un vuelco en la situación empresarial después del rescate de Chrysler y GM en 2009, es lo rescatable de un día en que millones están sin trabajo. Pero lo que probablemente no mencionará el presidente son los continuados costos del rescate automovilístico que han recaído sobre la espalda del contribuyente.
Según los informes del propio gobierno, estos costos llegan a unos escalofriantes $14,000 millones del total de $80,000 millones que se emplearon en ayudar a Chrysler y General Motors en 2009. Además, se dieron otros subsidios a Chrysler, al igual que a otros fabricantes, como la petición del nuevo préstamo de $3,500 millones que se solicitan al Departamento de Energía para financiar la conversión de las plantas para coches más energéticamente eficientes. Pero si Ud. escucha al presidente (o algún anuncio del Comité Nacional Demócrata, DNC), resulta que su intervención ha servido para salvar una industria. No vayamos tan rápido.
James Gattuso, de la Fundación Heritage, explica que Chrysler y General Motors están donde están hoy debido al proceso concursal, no por el costoso rescate que podría haber creado un peligroso precedente para el futuro.
Se debería reconocer que es obra del presidente Obama finalmente haber forzado a los dos a someterse al proceso concursal a principios de 2009. Desafortunadamente, aquello vino junto con una inyección masiva de dinero del contribuyente, la propiedad gubernamental de ambas compañías y una manipulación del proceso de quiebra para dar ventajas a intereses políticos preferidos (en especial los sindicatos) a expensas de los accionistas.
Mirando al futuro, el peligro es que esta intervención se convierta en un precedente, dando legitimidad a los rescates como herramienta estándar de política económica. Semejante resultado sería desastroso no solo para el bolsillo de los contribuyentes sino para la economía en su conjunto, ya que compañías enteras (e inversionistas) eludirían las consecuencias de sus propias decisiones.
Y si oye Ud. al presidente jactarse del aumento de cuota de mercado de mayo de los Tres de Detroit, no se lo tome al pie de la letra. Sarah A. Webster, del Detroit Free Press, escribe que “la subida se debe en gran medida al notable retroceso que los fabricantes japoneses sufrieron como resultado del horrible terremoto y tsunami del 11 de marzo que devastó el país y dejó a mucha de su industria luchando para poder volver al trabajo, tratar de montar microchips o autos, entre otros productos”. Esa tampoco es causa de celebración.
Y cuando el presidente alardea sobre la subida de las ventas de Chrysler, tampoco se olvide de esto: Los autos verdes favorecidos por el presidente no son los que los clientes de Chrysler están comprando a manos llenas — es el SUV de Chrysler, el Jeep Grand Cherokee, el que ha hecho que el fabricante de autos se recupere.
Como siempre, la clave está en los detalles y probablemente no serán invitados a la fiesta de hoy del presidente. Probablemente Ud. tampoco oirá mención alguna de los otros perdedores del rescate automovilístico, como los accionistas que sufrieron pérdidas para que el presidente Obama pudiese recompensar financieramente a sus aliados políticos del sindicato de Trabajadores Unidos del Automóvil (UAW). Desafortunadamente, ellos no son los únicos perdedores de la economía Obama.
Mike Brownfield es el Asistente Director de Comunicaciones Estratégicas de la Fundación Heritage, un centro de estudios en Washington, D.C. www.heritage.org Para leer mas información como esta en español, visite www.libertad.org