La Tremenda Corte
Entre los años 40 y 60 se difundió por la radio el programa matutino “La Tremenda Corte”. En él, un astuto y pícaro personaje, llamado Tres Patines, ponía contra la pared, con sus ocurrencias y enredos, al Juez de la corte. Era una forma de entretener a los habitantes de la Isla de Cuba, pero fue adoptado cariñosamente por los mexicanos.
En la actualidad, y con las reservas del caso, nos enfrentamos a un fenómeno comunicacional similar. En las mañanas otro singular actor 4T, se hace de los microfonos nacionales para inundar, con mil y un enredos, epítetos, secuencias desordenadas e improvisadas, a un público, que ha diferencia del formato de la “Tremenda Corte” en este caso “La tremenda Tribuna”, no genera mayor diversión, cada día tiene menos seguidores y el formato se desgasta a velocidad inusitada sin percatarse de ello el productor y conductor.
En casi 100 días, tiempo de la evaluación tradicional de los nuevos estilos de dirigir, la administración se asume como opción de reconstrucción, pero solo atina a la destrucción sistemática del andamiaje institucional heredado. No queda títere con cabeza de ex funcionarios a los que se tacha, con y sin razón, de todos los males habidos pero se les protege al mismo tiempo con el manto de la impunidad.
Pero, por otro lado, no se observa claridad en el diseño de nuevas políticas públicas, sólo destacan acciones aisladas, poco razonadas, impulsadas con fórmulas nada sutiles que rayan en el populismo desbordado. Los pronósticos económicos se deterioran por ausencia de inversión privada que prefiere contraerse hasta que se encuentre más diáfano el escenario político. El gasto público no se canaliza a proyectos productivos y los programas sociales se cancelan sin mayor explicación, dejando desamparados a millones de beneficiarios para privilegiar a seguidores incondicionales.
La propuesta para crear una Guardia Nacional ha logrado apoyo temporal de las fuerzas políticas, pero tomará tiempo para que pueda rendir frutos. La escalada de inseguridad seguirán azotando a la población que se encuentra inerme ante la ferocidad de la delincuencia. El tráfico de drogas y el hurto de bienes nacionales no se abaten, y nuevas formas de organización delictiva se desarrollan ante un sistema judicial obsoleto y corrupto.
Las tensiones internacionales son barruntos de tempestades que se aproximan inexorablemente. El calendario político se verá reflejado en los discursos que tomarán los temas de las fronteras como campo de batalla afectando ese espacio territorial de por sí ya en situación alarmante.
De ahí que sea una exigencia impostergable que la nueva administración se abstenga de seguir jugando a scripts de comedia matutina, y de manera seria y profesional se apreste a crear un verdadero proyecto de desarrollo nacional. Y si no, que el Juez ¡dicte la sentencia…!