Por Pablo Jaime Sáinz

    Aunque en Tijuana y en el resto de México el Día de los Tres Reyes Magos es un día muy importante, entre los inmigrantes mexicanos en San Diego la fecha no tiene tanta vigencia.

    Quizá sea que los inmigrantes tratan de asimilarse a la cultura dominante de Estados Unidos, donde el 6 de enero no se celebra tanto como en México y América Latina.

    El seis de enero, los mexicanos celebran el Día de Reyes, o la Epifanía, conmemorando el día en que los Tres Reyes Magos siguiendo la estrella de Belén, llegaron con regalos de oro, mirra e incienso para el Niño Dios.

    Pero algunas personas de origen mexicano en San Diego, de plano desconocen el significado del día o ni siquiera saben que se celebra.

    “No, la verdad no sé lo que es eso”, dice Sandra Sánchez, una trabajadora de un hotel de 27 años de edad.

    Otros, conocen la fecha, pero no la han hecho una tradición familiar.

    “No, nunca la he celebrado”, dice Luis Chávez, de 30 años, y quien trabaja en un gimnasio.

    Algunas personas no lo celebran, por considerarla una fecha banal.

    “No lo celebro. Antes si lo celebraba, pero gracias a Dios conocí lo principal de la Palabra y ahora me enfoco en lo que sí es importante”, dice el jardinero Santiago Hernández, de 64 años.

    Pero si hay algunos mexicanos en San Diego que han mantenido viva la tradición, como el caso de Elizabeth Soto, de 46 años.

    “A veces lo celebro con mis hijos. Compramos la rosca y si nos toca el mono hacemos tamales en febrero”, dice la trabajadora de una tienda.

    Igual sucede con Blanca Salas, quien se dedica al hogar en San Ysidro.

    “Sí, la celebramos en familia, con la tradicional rosca. Los Tres Reyes Magos son los que le traen los regalos a los niños”, dice Salas.

    El joven Rafael Solorio disfruta mucho de esta fecha, pues se atasca de la dulce rosca de Reyes.

    Compramos la rosca y chocolate caliente. Es una tradición muy bonita”, dice.

    En México la tradición del Día de Reyes es clásica.

    Antes de irse a dormir los niños ponen sus zapatos viejos debajo de la cama o en la sala, donde los Tres Reyes Magos les dejarán sus regalos. Algunos los ponen fuera de la casa, mientras que otros dejan paja y una cubeta de agua para los animales, y hasta galletas y leche para Melchor, Gaspar y Baltasar.

    Las panaderías y los supermercados venden la rosca de Reyes, un pan ovalado decorado con fruta.

    Escondido dentro de la deliciosa rosca hay varias figuritas de plástico del Niño Dios. El niño, o “monito”, está escondido para simbolizar la necesidad de encontrarle un lugar seguro donde Jesús pudiera nacer, un lugar donde el Rey Herodes no pudiera encontrarlo.

    Cada persona corta una rebanada de la rosca. El cuchillo simboliza el peligro en el que estaba el Niño Dios.

    Uno por uno los invitados inspeccionan su rebanada, esperando que no les toque la figurita. A quien le toque el “monito” tendrá que ofrecer una tamalada e invitar a todos los presentes a una nueva celebración el dos de febrero, Día de la Candelaria, y también comprar un ropón nuevo para el Niño Dios del Nacimiento. También se sirve chocolate o champurrado.

    Aunque es una tradición popular en Baja California gracias a los inmigrantes del sur del país, es en la Ciudad de México donde el Día de Reyes es más fuerte que en otros lugares. Hasta hace unos años, era más común que los niños recibieran los regalos de los Reyes, y no de Santa Claus.