Queremos Amnistía…
México del Norte
Por Jorge Mújica Murias
Si va a haber amnistía y se van a revisar todos los casos pendientes de inmigración para darles una resolución justa e inmediata. O eso esperamos, porque ya se dio un caso y eso quiere decir que podrían darse 12 millones.
El caso es el de la tía de Barack Obama, una mujer de nombre casi impronunciable para nosotros, Zeituni Polly Onyango, quien vino a este país en el año 2000, dos años después pidió asilo político (por miedo a la violencia entre las tribus en Kenia, por ser de una tribu minoritaria), se lo negaron y le ordenaron salir del país. Nada raro, porque el juez del caso, un tal Leonard I. Shapiro, tiene casi casi el peor record del país en casos de asilo. Entre 2004 y 2009, Shapiro rechazó un 67 por ciento, un porcentaje mayor que el nacional (57%), y mayor que el de Boston (61%).
Así pues, Onyango se convirtió en fugitiva de la justicia (o de la Migra, que no es lo mismo porque la Migra no es nada justa), una Elvira Arellano cualquiera, pero el extenso brazo de… no de la ley, sino de los periódicos, la cachó viviendo en Boston en un apartamento subsidiado unos días antes de las elecciones del 2008. Obama volvió a declarar que quería una reforma migratoria y las deportaciones se suspendieron durante las elecciones para que nadie fuera a deportar “por error” a la tía del que podía ser el próximo presidente del país.
Onayango se volvió a dar a la fuga, se mudó a Cleveland y ahí contrató una abogada. Lo sorprendente del caso es que le hicieron caso, y en seis meses lo ganó, argumentando en esta ocasión que le tiene miedo a la publicidad, porque siendo tía del presidente, si regresa a Kenia le puede ir mal. No lo dudamos, por aquello de la falta de popularidad de Estados Unidos en muchos lugares.
A Onyango le van a dar su permiso de trabajo, número del Seguro Social, licencia del estado si maneja, y en un año podrá solicitar residencia permanente y en cinco más su ciudadanía.
Pa’ tu Tía y la Mía
Lo que yo digo es que si se puede hacer con uno se puede hacer con todos, y como dice el popular canto de las marchas por la reforma migratoria, “Queremos Amnistía Pa’ tu Tía y la Mía”.
Por ejemplo, queremos amnistía para los tres valientes jóvenes sin papeles que esta semana le armaron un desmoder a John McCain en su meritita oficina en Tucson, Arizona, sentándose en el piso “hasta que declare su apoyo al DREAM Act”. Tania Unzueta, Lizabeth Mateo, Mohammad Abdollahi y otros dos cuates se pusieron tercos y dos de ellos, Lizbeth y Abdollahi no solamente fueron arrestados sino que están en proceso de deportación.
Como argumentos para que los liberen y les den sus permisos de trabajo, Seguro Social, licencia de manejo, y el chance de solicitar residencia permanente y luego ciudadanía, sería que ya se lo dieron a la tía de Obama. No se necesita más. Y si se necesita, se puede argumentar que Mohammad es gay y es de Irán, donde ser como es él es ilegal y se castiga con la pena de muerte. En el caso de Mohammad ni siquiera es “miedo a que le vaya a ir mal”, sino seguridad absoluta por las leyes iraníes. De perdida le tocaría cárcel y, según la ley, “por lo menos cien latigazos”.
Y es que las leyes son claritas, las dos, las de Irán y las de acá. Las de acá conceden el asilo si se prueba “miedo a la persecución en su tierra nativa basado en raza, religión, nacionalidad, opinión política o membresía en un grupo social.
P’al caso, Lizbeth y cualquier mexicano llenaría los requisitos porque en nuestra “tierra nativa” hay que tenerle miedo a todo, y si no que vayan y le pregunten al “Jefe Diego”, secuestrado quién sabe si por el Narco, el Yunque, el PAN o el PRI. Peor tantito para las personas que de pronto “se vuelven famosas sin esperarlo”, como dijo también la abogada de Onyango. Estos jóvenes ya son famosos.
Claro que la ultraderecha fascistoide que gobierna en Arizona y la que tiene oficinas en Washington ya pegaron el grito al cielo, pero ni modo. Como ellos dicen, “la ley es la ley” y hay que respetarla.
La única bronca es uno solito no puede abrir un expediente de migración, así que hay que hacer que lo detenga la Migra. La solución es simple: vamos a sentarnos todos en las oficinas de McCain, y ¡que nos detengan!
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