Suenan las campanas por la libertad religiosa
(Parte 2)
El deterioro de la libertad religiosa en este país ha sido un proceso de décadas que abarca tanto administraciones demócratas como republicanas. No es sólo un problema del gobierno actual. La diferencia es que ahora se ha llegado a un momento crítico. Un punto sin retorno, que si no se aborda cambiaría de manera fundamental nuestra comprensión de la libertad religiosa y del frágil equilibrio creado por los redactores de la Constitución de los EE.UU.
Tres ejemplos recientes muestran cómo los ataques a la libertad religiosa pueden provenir de cualquier frente. Por ejemplo, varios estados han aprobado recientemente leyes que prohíben lo que el gobierno considera “dar refugio” a inmigrantes indocumentados, y lo que la Iglesia considera caridad cristiana y pastoral. Según algunas de estas leyes, sería ilegal proporcionar a los inmigrantes los sacramentos, animarlos a participar en la Misa, en los programas de educación religiosa, los estudios bíblicos, o darles asesoramiento de cualquier tipo. Quizás Alabama es el caso más notorio, y los obispos católicos, en colaboración con los obispos episcopales y metodistas del Estado de Alabama, presentaron una demanda contra esta ley.
“Es con tristeza que interponemos el presente recurso legal; pero lo hacemos con el profundo convencimiento de que nosotros, como personas de fe, no tenemos más remedio que defender el derecho al libre ejercicio de la religión que nos ha sido concedido en nuestra condición de ciudadanos de Alabama”, dijo el obispo Thomas Rodi de Mobile, al explicar la acción legal.
También, a pesar del excelente trabajo realizado por los Servicios de Migración y Refugiados (MRS, por sus siglas en inglés) de la Conferencia de Obispos Católicos de EE.UU. en la administración de servicios contractuales para las víctimas de trata de personas, el gobierno federal cambió las especificaciones contractuales para exigir que MRS ofrezca a sus clientes servicios de anti-concepción y aborto, o los refiera otras entidades que los proveen, en violación de la doctrina católica.
“Las instituciones religiosas no deberían ser descalificadas de un contrato del gobierno por su creencia religiosa, y de ninguna manera pierden su identidad religiosa o su libertad al firmar esos contratos”, dicen los obispos en Nuestra Primera y Más Preciada Libertad, una declaración de marzo 2012 sobre la libertad religiosa.
Un tercer ejemplo es la reciente orden del Servicio de Salud y Servicios Humanos (HHS, por sus siglas en inglés) que obliga a los empleadores a proporcionar a las mujeres anticoncepción, esterilización y drogas que provocan abortos. De una manera sin precedentes, el gobierno federal va a obligar a las instituciones religiosas a participar en algo que está en contra de su enseñanza moral.
“No se trata de si la anticoncepción puede ser prohibida por el gobierno. Ni siquiera es una cuestión de si la anticoncepción puede ser apoyada por el gobierno. La cuestión es si personas e instituciones religiosas pueden ser forzadas por el gobierno a dar cobertura [en sus planes médicos] a la anticoncepción o la esterilización, incluso si eso viola sus creencias religiosas “, dijo el arzobispo William Lori de Baltimore, en su alocución ante el Congreso.
Ejemplos aparte, los católicos no son los únicos preocupados por la erosión de la libertad religiosa. En una declaración sobre el mandato anticonceptivo de la actual administración, la Unión de Congregaciones Judías Ortodoxas de América dijo: “Lo más preocupante es la razón subyacente en la decisión de la Administración, que parece considerar que si una entidad religiosa no es insular sino que participa ampliamente en la sociedad, entonces pierde su carácter religioso y sus libertades.”
La separación de Iglesia y Estado es un elemento importante de la democracia. Tanto si se trata de ejecutar un programa o elevar su voz por las libertades civiles, las religiones y las iglesias tienen un lugar en el discurso civil. Como el reverendo Martin Luther King Jr. dijo, “la Iglesia no es ni el dueño ni el siervo del estado; sino su conciencia, guía y crítico”.
Y haciéndose eco de la carta de marzo de 2012 de Evangélicos y Católicos Juntos, “En Defensa de la Libertad Religiosa”, los obispos católicos señalan en su declaración que “como cristianos de distintas tradiciones, nos oponemos a una ‘plaza pública desnuda’ despojada de argumentos religiosos y de creyentes. Tampoco buscamos una ‘plaza sagrada’ con privilegios y beneficios especiales para los ciudadanos que profesan una religión. En su lugar, buscamos una plaza pública cívica en la que todos los ciudadanos puedan contribuir al bien común”.
No deberíamos estar dispuestos a sacrificar los pilares fundamentales de nuestra democracia a ideologías de ningún tipo. La Quincena por la Libertad, de junio 21 a julio 4, convocada por la Conferencia de Obispos Católicos de EE.UU., es una oportunidad para aprender más acerca sobre la libertad religiosa y por qué organismos religiosos de todo tipo están alzando sus voces al respecto.
Mar Muñoz-Visoso es directora ejecutiva del Secretariado de Diversidad Cultural en la Iglesia en la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos.