Tragense Esos Saluditos

El Tío Gamboín era un personaje de la televisión mexicana que en la década de los 1970 atrapó la atención de los niños por dedicarse a enviar saludos entre corte y corte de la programación de caricaturas que transmitía el Canal 5.
Encender el aparato telereceptor cada tarde para mandar mensajes a mis amigos de la escuela era uno de mis actos rutinarios para entretenerme después de haber cumplido con mi tarea.
Mis compañeros de clase hacían lo mismo al mandarme saludar a través de telefonemas que una secretaria transcribía en pequeños pedazos de papel para que el Tío Gamboín los leyera al aire.
“León manda saludar a su amigo Arturo y le dice que por favor no se le olvide llevarle a la escuela los tres pesos que le prestó hoy”.
“Carlos manda saludar a Léon y le pide que por favor lleve su balón para poder jugar futbol en el recreo”.
Esos eran, más o menos, los recaditos que entre amigos nos mandábamos con el Tío Gamboín, personaje a quien utilizabamos como una especie de red social en un época en que los conceptos de Facebook y el Twitter no habían sido ni siquiera concebidos.
Cuando se tiene siete u ocho años de edad, escuchar saludos por la televisión es una emoción grande y hasta divertida, pero cuando se tienen más de 50 años, es una situación desesperante.
Resulta que los cronistas de fútbol de las cadenas hispanas se han convertido en algo así como la resurrección del Tío Gamboín y eso me está sacando de mis cabales.
Los encargados de narrar y analizar las jugadas de los partidos que quiero disfrutar por televisión han entrado en una competencia para ver quién de ellos recibe más twits o mensajes por Facebook.
No hay juego de fútbol sin que los cronistas de Univision, Telemundo o TV Azteca se pongan a leer las decenas, si no es que centenares, de mensajes que, dicen ellos, les llegan durante las transmisiones.
“Saludos a Colorado, allá nos está viendo Tomás, muchos saludos Tomás”.
“Un abrazo a Nuevo México en donde Germán nos está sintonizando”.
“Muchas gracias Antonio por tu sintonía en Alabama, saludos a todos los paisanos de por allá”.
Mensajes como los anteriores se repiten una y otra y otra vez, mientras las acciones del partido están en pleno apogeo.
Me enerva escuchar la interminable lista de nombres a la que los comentaristas están obligados a dar salida para hacernos creer que son los reyes de las redes sociales.
Yo no prendo un televisor para sintonizar un partido de fútbol que a los pocos minutos se convierte en el show del Tío Gamboín del siglo 21.
Cuando veo partidos de baloncesto de la NBA, de béisbol de Grandes Ligas o de fútbol americano de la NFL, jamás, nunca, ni por equivocación, los profesionales de la crónica deportiva se dedican a mandar saluditos por televisión.
Lo que hacen nuestros comentaristas hispanos del soccer es una verdadera tortura que ya no aguanto y no alcanzo a comprender.
Señores, entiendan por favor, a ustedes los contrataron para narrara fútbol, no para andar mandando saluditos.