Un ejemplo a seguir en la comunidad
NATIONAL CITY – Sin duda, una de las etapas más difíciles para un ex-adicto es encontrar una segunda oportunidad; por desgracia, un número consi-derable de estas personas recaen en los vicios al no encontrar apoyo para seguir con su proceso de recuperación.
Con el corazón abierto, Raquel Ibarra decidió ser parte de la esperanza de estas personas, por ello hace más de cuatro años convirtió tres de su propiedades en el hogar de estos inquilinos especiales.
“Estas son casas que sirven de apoyo para sobrios que buscan salir adelante viviendo sanamente para alejarse de las adicciones; me da satisfacción saber que puedo hacer algo por ellos”, dijo Ibarra.
Nacida en Jalisco y criada en Tijuana, Raquel Ibarra llegó a San Diego hace 28 años, en 1981. Salio adelante limpiando casas, después como dueña de su propio negocio de limpieza. Después de diez años se hizo propietaria de casas de renta, la mitad de ellas, con inquilinos en rehabilitación.
Muchos de sus clientes tienen trastornos mentales, sordomudos, veteranos de guerra retirados y jóvenes provinientes de familias conflictivas y divididas.
Hoy en día, Ibarra se ha convertido en una pieza fundamental para personas sobrias que están en la lucha por reestablecerse en la sociedad.
Lo que empezó como la compra de propiedades como plan de inversión de negocios se ha convertido en una labor humanitaria que muy pocos logran mantener.
A pesar de su lucha constante como propietaria con problemas financieros y de los muchos dolores de cabeza por mantener a flote casas que ofrecen vivienda a diez y once personas por casa, Ibarra no ve esta labor como negocio, sino como una ayuda a la comunidad.
Sus propiedades son parte del programa Viviendo Sobrio, que cuenta con una red de casas de renta que son parte de las opciones de vivienda para quienes salen de los centros de rehabilitación y pueden continuar su proceso de recuperación.
“Estas casas no son como otras propiedades de renta normal; este es un lugar temporal libre de drogas y alcohol, donde los inquilinos encuentran apoyo a su lucha; aquí todos formamos una familia”, subrayó.
De acuerdo a Ibarra todos sus inquilinos son referidos por la Coalición Viviendo Sobrio de San Diego, que sirve como apoyo a todos los centros de rehabilitación y recuperación.
“Todos los que llegan aquí ya han estado o se han graduado de programas de rehabilitación, ya están más serios en seguir por si solos viviendo sobriamente”, comentó.
De acuerdo a Ibarra estas propiedades no ofrecen programas o clases para dejar las adicciones, solo son hogares temporales para recuperarse mientras son supervisados por consejeros y terapistas.
“El que vive aquí sabe que debe estar sobrio siempre, esta propiedad es cero tolerancia y esto implica obedecer las reglas estrictas y si no, se van, si alguien da problemas simplemente llamamos a la policía, todos los inquilinos saben esto muy bien”, agregó energética.
Ibarra considera que mantener estas casas es apoyar a la comunidad, ya que estas personas están tratando de re-establecerse y de formar parte de la sociedad, y para ello requieren de ayuda.
“No cualquiera deja vivir en su propiedad a estas personas, la mayoría de ellos no regresan a sus casas porque vienen de hogares rotos donde cayeron en vicios, por eso es tan importante que encuentren este tipo de vivienda”, dijo.
Cuando comenzó con este programa Ibarra contaba con tres casas de apoyo, pero actualmente solo cuenta con una casa de apoyo donde residen once hombres de entre 24 y 50 años incluido un supervisor y asistente que le ayudan a vigilar se sigan las reglas en el lugar.
Para Ibarra, por cuatro años mantener estas propiedades ha implicado un gran sacrificio, pues es una lucha constante no solo de vigilar que todo este en orden dentro de su propiedad, sino por contar con los inquilinos necesarios para hacer el pago de la hipoteca de las casas.
Ibarra entró al programa Viviendo Sobrio tratando de salvar sus propiedades que adquirió como inversiones cuando el mercado de bienes raíces estaba fuerte y pudo calificar fácilmente para comprarlas.
Después cuando vino la crisis financiera donde las casas de millones de personas se devaluaron, Ibarra fue una de las afectadas y fue perdiendo sus propiedades al no contar con los suficientes recursos para hacer los pagos de los préstamos de compra.
“Yo entré al negocio de la compra de propiedades con mi hermana, compramos y vendimos casas, yo llegué a tener hasta ocho con cinco y seis recamaras que rentaba por separado; el problema vino cuando se devaluaron y ya no pude pagar”, narró.
Dentro de su lucha por salvar sus inversiones Ibarra escuchó sobre el programa de casas de apoyo para sobrios y decidió que era la manera de ayudarse no solo a ella misma sino a otras personas.
“Acondicioné y certifiqué tres de mis propiedades una duplex de diez recamarás en City Heights que estoy tratando de salvar, otra en Chula Vista que perdí, y la de National City de seis recamaras que es la única que pienso mantener”, añadió.
Después de las malas experiencias perdiendo sus propiedades, Ibarra ha decidido quedarse únicamente con dos propiedades una destinada a Viviendo Sobrio que actualmente cuenta con inquilinos y otra donde ella misma vive.
“Ya quiero vivir con tranquilidad, fue muy desgastante ir detrás de la gente para mantener mis propiedades, fue un golpe duro que estoy superando y ahora mejor me dedicaré a otros negocios que tengo y a mi familia”, narró.
Ibarra mencionó que seguirá manteniendo una de las casas para sobrios donde viven once ex-adictos que reciben pensión del seguro social por ser veteranos de guerra, sordomudos y con otras discapacidades.
“Es muy difícil mantener una casa para sobrios porque estas personas están readaptándose, y muchas veces no consiguen el dinero para pagar la renta a menos que reciban una pensión fija”, expresó.
Ibarra narró que en cuatro años que ha mantenido casas para sobrios ha aprendido como manejarlas y seleccionar a los inquilinos, pues en un principio ella recogía a los vagabundos y gente que no estaban listos para rehabilitarse y regresaban a los vicios, muchos destruían las casas o robaban por eso ahora solo trabaja con la Coalición de Sobrios que le refieren personas serias y listas para la recuperación.
“Yo pensaba que dándole a la gente de la calle un techo iban a cambiar, pero me di cuenta que requieren ayuda profesional y cuando salen de ahí es cuando necesitan apoyo con alojamiento para terminar de adaptarse; yo soy parte de ese proceso y me gusta mucho ayudarles”, puntualizó.
Con su labor de arrendadora, Raquel Ibarra tiene pensado seguir con sus buenas acciones apoyando a todo aquel que quiere vivir sobrio, aunque sea con una sola propiedad que ofrecer, y dando con ello muestra de ser un buen ejemplo de servicio a la comunidad.