No entiendo por qué hay que consentir tanto a los futbolistas.

No comprendo a aquellos que los idolatran como si fueran la reencarnación del mesías.

No concibo que los defiendan como si fueran héroes de guerra o mártires de la humanidad.

Por ajustes del calendario en el torneo del futbol mexicano, la final entre América y Tigres se efectuará el domingo, 25 de diciembre, en plena Navidad.

Los jugadores de ambos equipos deberán sacrificar esa fecha para ausentarse de su casa y su familia en aras de cumplir con su trabajo.

En el programa Futbol Picante de ESPN, Hugo Sánchez, ex futbolista convertido ahora en comentarista, dijo que es una falta de respeto hacer que los integrantes del América y Tigres tengan que jugar en Navidad.

“Son seres humanos, tienen familia, no es justo que tengan que jugar en una fecha tan sagrada como la Navidad”, aseguró Hugo mientras fruncía el ceño.

Dadas las palabras de Hugo, parecería ser que los jugadores del América y Tigres son los únicos seres en el mundo que van a tener que pasar el día de Navidad trabajando y alejados de sus familias.

A Hugo se le olvidó que millones de personas tienen que salir de su casa en esa fecha para cumplir con sus responsabilidades laborales.

Policías, bomberos, enfermeras, periodistas, meseros, doctores, entre muchos otros, estarán trabajando el mismo día en que lo harán los futbolistas que diputarán la final del futbol mexicano.

¿Cuál es la diferencia entre la gente que saldrá a trabajar el 25 de diciembre y los jugadores del América y Tigres?

Por mucho tiempo nos han querido vender la mentira de que los futbolistas son seres especiales a los que hay que tratar de manera diferente al resto de los mortales.

Asi como Hugo Sánchez enfureció porque los jugadores van a tener que trabajar en Navidad, otros comentaristas también nos tratan de convencer que los futbolistas son merecedores de mimos y cuidados que ninguno de nosotros tenemos en nuestros respectivos trabajos.

Que los viajes los cansan, que jugar dos partidos a la semana es un sacrificio enorme, que entrenar más de dos horas al día es un exceso, que encarar partidos bajo el sol del mediodía es un castigo inhumano.

Esos son los argumentos de aquellos que se empeñan en consentir a un grupo de hombres privilegiados que ganan muy buenos salarios por practicar un deporte.

¿Dónde queda entonces el padre de familia que tiene que trasladarse dos o tres horas en transporte público para llegar  a su trabajo?

¿Dónde quedan entonces las mujeres que para mantener a sus hijos se pasan las madrugadas limpiando oficinas, trapeando pisos o barriendo pasillos?

¿Dónde quedan entonces los jóvenes que antes de que salga el sol ya están en la calle buscando el autobús que los lleve a sus colegios?

Hugo Sánchez se equivoca de la misma manera en que se equivocan todos aquellos que creen que los futbolistas merecen un trato especial.

Esta Navidad los jugadores del Club América y los Tigres de la Universidad Autónoma de Nuevo León estarán trabajando al igual que lo hacen millones de otras personas que no tienen voceros en la televisión que salgan a consentirlos.