Los sueños e ilusiones de millones de inmigrantes que viven bajo las sombras en Estados Unidos se han visto truncados ante el empate entre ocho jueces del Tribunal Supremo de Estados Unidos, ante la decisión de aprobar la expansión de los programas incluidos en la Reforma Migratoria propuesta por el presidente  Barack Obama.

La Suprema Corte, actualmente conformada por ocho jueces, se  encuentra dividida entre cuatro Republicanos y cuatro Demócratas. Con el fallecimiento  del juez ultraconservador Antonin Scalia a principios de este año, y a pesar de que el primer mandatario nominó a Merrick Garland para tomar su posición, el partido republicano decidió no modificar la corte antes de las elecciones presidenciales del próximo mes de noviembre.

La acción ejecutiva del mandatario fue propuesta en el 2014, con el objetivo que las personas que llegaron de manera ilegal a Estados Unidos, pudieran permanecer en el país siempre y cuando fueran padres de ciudadanos americanos, o residentes legales. Además de cumplir con los requisitos como el pago de impuestos, y no tener antecedentes penales. La iniciativa también buscaba ampliar el programa de DACA destinado para jóvenes denominados “dreamers”, o soñadores, quienes llegaron a la Unión Americana antes del 2012. En ambas normas se les proporcionará seguro social  para poder trabajar legalmente en el país, entre otros beneficios.

En primera instancia, la iniciativa se vió frenada luego de que 25 estados encabezados por Texas, demandaran la acción ejecutiva de Obama bajo el argumento que se había excedido en sus atribuciones constitucionales.

“La decisión de hoy se basa en el argumento descrito desde un principio: Que una sola persona, ni siquiera el presidente, puede cambiar unilateralmente la ley”,  emitió en un comunicado el Fiscal General de Texas Ken Paxton, quien añadió que se trataba de una victoria nacional.

Por su parte, el Presidente de Estados Unidos Barack Obama, se pronunció minutos después de la decisión de la Corte Suprema, en donde advirtió que el Sistema actual está roto, por lo que tarde o temprano, la clase política aprobará este tipo de cambios que benefician a una comunidad que aporta más al país de lo que le quita.

Ahora la esperanza de la comunidad migrante está puesta sobre Hillary Clinton, quien en sus discursos ha reiterado que hará lo posible por defender los derechos de los inmigrantes, siempre y cuando no perjudiquen la integridad del país.