Comentario:

 La derecha norteamericana ha estado diciendo que Barack Obama tiene “inclinación” socialista. La izquierda en América Latina cree que el presidente norteamericano no hace más que defender los intereses del gran capital de su país, tal como lo hicieron sus antecesores. Ultra-conservadores y reaccionarios creen que Obama no quiere a los anglosajones.

 Lo anterior son conceptos en torno a la imagen y la política del presidente norte-americano. A la hora de la verdad, la opinión que vierte esta gente está fundada en sus inclinaciones ideológicas y políticas. No tienen nada que ver con la imagen real del presidente. En otras palabras, son opiniones tendenciosas, viscerales e infundadas.

 Antes de inaugurar el año educativo del presente año, la derecha pronosticó que el presidente Obama utilizaría los medios de comunicación y la oportunidad que le brinda el momento para promover sus políticas.

 Lo criticaron de “socialista”. El presidente Obama ni siquiera había vertido una palabra al público, pero ya se tenía un concepto negativo.

 Claro, como normalmente sucede con una oposición celosa de por las políticas del gobierno, lanzaron un ataque antes de que su enemigo pudiera apretar el gatillo político.   Crearon una imagen ilusoria del Presidente.

 Algunos sectores de la población y oficiales públicos, como los dirigentes del Distrito  Escolar de Newport-Mesa en Orange County, creyeron todo lo que decían sus comentarios y decidieron no permitir la difusión directa del mensaje presidencial en sus establecimientos.

 La imagen que crean los grupos ultra-conservadores es mucho más visceral. Este segmento de la sociedad norteamericana, conformado por individuos que no están de acuerdo con la integración y la diversidad étnicanacional, piensan que el presidente Obama no es norteamericano.

 Rush Limbaugh, líder ideológico de facto de este grupo, ha sido uno de los promotores principales de asociar a la Administración Obama con el socialismo.

 Asimismo, otro de sus portavoces, el conductor de un programa de televisión, Glen Beck, ha señalado públicamente que Obama “tiene un odio profundo contra la raza negra”. Su empresa de trabajo, FOX, no sancionó por su conducta y su programa todavía continúa en el aire.

 Más al sur del continente, allí dónde la mayoría de la población Latinoamericana considera al gobierno norteamericano como valuarte del capital mundial, piensan que Obama no es nada diferente que sus predecesores. No creo que logren captar las diferencias programáticas de los republicanos y demócratas o las tendencias de la izquierdista y derecha norteamericana.

 Es decir, los medios de comunicación, especialmente el discurso latinoamericano, crean un estereotipo de Estados Unidos de acuerdo a sus perspectivas e inclinaciones ideológicas. Obama, en este caso, viene a ser su máximo representante.

 Al final, ninguno de estos conceptos –de la derecha, de la izquierda latinoamericana y de los ultra-conservadores— logra captar la imagen real del presidente norteamericano. Obama está muy lejos de ser un líder socialista, tampoco es un renegado contra la raza blanca ni mucho menos piensa explotar la mano de obra de la clase trabajadora en nuestro país y en América Latina.

 Más allá de ponerlo en un pedestal, yo creo que sus políticas son moderadas, con tendencia hacia la izquierda y con una postura social conservadora. Así de simple. Obama no tiene inclinaciones radicales.

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