La Cara Humana
¿Trabajar o festejar? Trabajar mucho se respeta en general y puede crear una acumulación de riqueza, la meta de muchos en el occidente. Festejar demasiado sugiere flojera y tal vez el abuso de alcohol. Pero estas interpretaciones culturales occidentales no son universales, y los Rarámuri son un ejemplo claro de cómo festejar cerca de seis meses por año puede servir como una alternativa al trabajo occidental en el camino a la humanización.
Los Rarámuri viven en comunidades dispersas en una región seca de la accidentada Sierra Madre del norte de México y son uno de los pocos grupos indígenas en las Américas que lograron resistir la conquista española, manteniendo en gran parte su identidad cultural. Una de las razones por este éxito ha sido el significado de sus fiestas largas que aún se celebran cada tres o cuatros días.
Dos elementos fundamentales de sus fiestas son el baile y el consumo de grandes cantidades de alcohol. En ciertas fiestas, los Rarámuri comienzan a bailar al atardecer y siguen hasta el amanecer, a veces hasta después. Este maratón que pone a prueba los sentidos hace que tengan una relación más íntima con su alrededor natural: la tierra, los sembradíos, los cultivos, los animales, el agua, el aire y dios. Si no bailan—una falta de respeto a dios—piensan que el mundo se convertiría en algo parecido a La tierra baldía de T.S. Elliot, almas perdidas, sequía, enfermedad, muerte.
Cuando bailan, están bendiciendo a los enfermos, los sembradíos y los cultivos, sembrados o cosechados. Bailar es una muestra de reverencia hacia la vida misma, y también funciona para alegrar y dar fuerza a su dios quien se entristeze por la destrucción sacrílega de la tierra causada por los extranjeros (nosotros). El ritmo de sus tambores representa el pulso de la vida, de la tierra misma, mientras bailan por un camino espiritual que dirige a la sabiduría, el amor y la paz; bailar es su forma de rezar, de promover el bien sobre el mal.
Después del amanecer, es hora de comer la carne de un animal sacrificado a dios la noche anterior y tomar tesgüino. En un día o noche de fiesta, los adultos beben hasta 20 litros de esta cerveza nutritiva hecha de maíz fermentado y piloncillo. Esto ha causado fuertes quejas del occidente, pero tesgüino es sagrado para los Rarámuri; se cree que es el agua de dios y siempre se toma a su memoria. Lo provee a esta gente para que trabajen duro y gocen de las fiestas. Solamente se toma en las celebraciones de ritos religiosos, ceremonias medicinales, trabajo comunal o en el reparto comunal. Comer carne o tomar tesgüino a solas es un pecado porque son productos de lujo que siempre se comparten entre todos.
Aunque el protocolo cambia según el tipo de fiesta, tomar y bailar siempre se involucran. Dos tipos particulares de estas fiestas demuestran claramente cómo estos eventos tejen un significado profundo en la tela social de los Rarámuri: la Kórima y la Tesgüinada. Ya que las condiciones del clima y la tierra son tan hostiles en esta región, es algo común tener una mala cosecha. Cuando a una familia le hace falta la comida suficiente para alcanzar hasta la próxima cosecha, se organiza una Kórima para que los que hayan tenido una buena cosecha puedan compartirla con los que tuvieron mala suerte. Kórimas se celebran en estos días ya que la región está sufriendo la peor sequía en los últimos 80 años.
Alguien del occidente quizás se imagina trabajando muy poco en esta sociedad porque siempre puede contar con la ayuda de los demás, pero los Rarámuri critican fuertemente este tipo de comportamiento porque en algún momento u otro, todos terminan dando y todos terminan recibiendo. Esta sociedad basada en la reciprocidad cree que hay dos tipos de personas en este mundo: los que dan (ellos mismos) y los que no dan (nosotros).
La Tesgüinada se organiza cuando alguien tiene una tarea inusualmente grande o difícil, construir una casa por ejemplo. En vez de aislarse socialmente como cuando andamos agobiados con trabajo en el oeste, los Rarámuri tienen una fiesta en la cual la comunidad entera se reúne para contribuir a terminar la tarea de una manera más eficiente. Quien recibe esta ayuda será el anfitrión de la fiesta posterior, una o dos noches de bailar y comer y de una gran borrachera.
El resultado de ambas fiestas es el fortalecimiento de lazos sociales y una reafirmación de la comunidad misma. Esto es particularmente importante ya que cada comunidad Rarámuri consta de una a veinte familias que viven aisladamente de los demás, separadas por cañones profundos y montañas altas. Esta gente valora infinitamente más las relaciones sociales que la acumulación de riqueza porque vive en una región de pocos recursos naturales. Su deseo de obtener algo estriba solamente en su deseo de luego compartirlo con los demás. De esta manera, trabajando duro y produciendo algo son formas de crear una comunidad. En estas co-munidades, el trabajo no se compra ni se vende, tampoco es una función de la compra o venta de productos como lo es en el occidente. El trabajo se regala con el entendimiento de que por medio del trabajo, creas la comunidad y preservas la vida a raíz de tus relaciones interpersonales. Los Rarámuri creen que están en deuda con dios, con la fiesta y con la comunidad; no están en deuda con sus padres ni con la persona que le da empleo y mucho menos con las cosas que adquieren. Los Rarámuri viven por la fiesta. La fiesta es la vida misma.
Suponer que esta gente es indolente, borracha y vive en la miseria porque no tiene lo que tenemos en el occidente sería un error inoportuno. Veremos en la siguiente semana que si tratamos de lograr que vivan como nosotros vivimos, con el fin de sacarlos de su pobreza, las consecuencias para la identidad cultural Rarámuri serían devastadoras.