Los conteos preliminares de las recientes elecciones federales en México apuntan a que al menos dos millones de personas, —5.39% de la votación nacional—, se decidió por la propuesta de anular su voto y en el DF esta cifra fue de 13.2%.

 Con esto se contribuyó a reducir a 38.5% la participación efectiva de electores para la composición de la Cámara de Diputados.

 El voto nulo ha puesto a un nuevo actor político sobre la mesa: La inconformidad, la cual se impuso en el cuarto lugar de votos, por encima de el Partido del Trabajo PT y Nueva Alianza, al tiempo que duplica la votación que recibió Convergencia y equivale a cinco veces el sufragio por el Partido Socialdemócrata.

 Desde por lo menos dos meses antes de las pasadas votaciones por Diputados Federales, surgió en México la idea de anular el voto, es decir, vencer el histórico abstencionismo ocurrido en las elecciones de medio término, pero asumir una voz de repudio al sistema de partidos.

 Esta propuesta, que no pudo hacerse pública a través de los medios tradicionales, — debido a una reforma electoral que lo prohíbe—, fue un éxito a través de los medios electrónicos y las redes sociales como facebook, twitter y algunos blogs políticos que se abrieron expresamente para promover la idea de anular el voto como muestra del hartazgo generalizado y rechazo a las acciones de la clase política.

 “El rechazo es importante, además, porque es claro que la contrarreforma de 2007 es un verdadero desastre. En privado y en público políticos de varios colores reconocen que sobrerregularon las campañas y que será indispensable revisar un sinnúmero de artículos. Por eso, la anulación o la abstención el próximo 5 de julio debe ser el inicio de un movimiento ciudadano que se proponga romper el monopolio de los partidos” según escribió el columnista del Reforma, Jaime Sánchez Susarrey.

 El voto nulo no es solamente una acción en las urnas detrás de este se ha gestado una propuesta llamada Ya Basta X, aludiendo al 10 romano (con el que se anula el voto), pero también a diez demandas a analizarse luego de las elecciones en el Instituto Federal Electoral (IFE).

 Las diez demandas incluyen la reelección de diputados, senadores y presidentes municipales; la reducción a 100 de los diputados de representación proporcional; desaparición de los senadores de representación proporcional; derogación del párrafo del artículo 41 constitucional que prohíbe las campañas negativas.

 Además, se establece la defensa y la no a la censura -libertad en los medios de comunicación electrónicos; reducción drástica del financiamiento público a los partidos; recuperación plena de la autonomía del IFE; arrancarle a los partidos el nombramiento de los consejeros del IFE; instaurar las candidaturas independientes y crear la figura de plebiscito.

 Por ahora, la ciudadanía ha hablado, ahora ¿escucharan actuando la clase política?